Esta es la novela en la que se
basa la película de Tim Burton, “Big Fish”.
Edward
Bloom siempre ha sido un gran contador de historias. Mezclando hechos
verídicos de su propia vida con elementos mágicos y de fantasía se
ha inventado montones de relatos con los que entretener a su hijo
Will. Pero Edward se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa,
viajando por negocios, y el poco tiempo que pasaba en casa estaba
contando los días para volver a marcharse, y llegó a convertirse en
un desconocido para su propio hijo. Ahora, en la vejez, Edward se
está muriendo, y Will quiere aprovechar la oportunidad para
discernir los hechos auténticos de la vida de su padre de todas las
historias llenas de fantasía y aventuras que siempre le contaba de
niño, y llegar a conocer al auténtico Edward Bloom, antes de que
llegue el final.
Esta
es una de las pocas veces en las que la película es mejor que el
libro. Te lo aseguro, si esperas encontrar una tierna y maravillosa
historia como la que nos ofreció Tim Burton, acabarás muy
decepcionado. Burton supo darle su toque personal a esta breve novela
de Daniel Wallace, haciendo de ella una de sus mejores películas. El
conflicto de Will con su padre que los separa durante años, el
regreso a casa para pasar con él sus últimos días, su intento de
llegar a conocerle y ese mágico final que siempre nos emociona, no
importa cuántas veces la hayamos visto ni cuánto tiempo haya pasado
desde la última vez que lo hicimos. Aquí todo esto brilla por su
ausencia.
Will
es un veinteañero que vive con sus padres y no hay conflicto entre
él y Edward (aunque sí es verdad que a Will le molesta que su padre
le salga con alguna de sus historias graciosas cuando el asunto se
pone serio). Algunas de las historias de las que salen aquí salen en
la película; hay muchas otras que no, y algunas que salen en la
película son totalmente inventadas y del final no te digo nada.
Mientras que el de la película es superemotivo y sabes que no es
real, que Will se lo está contando a su padre durante sus últimos
instantes de vida, en la novela no se aclara si la forma en que
Edward “se va” es real o una historia que Will se inventa.
En
resumen, no hay punto de comparación entre la película y el libro.
La primera le da cien vueltas al segundo. Decepción total.
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