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jueves, 2 de julio de 2020

Flores para Algernon, de Daniel Keyes

Flores para Algernon” es un clásico de la literatura del siglo XX. Se publicó inicialmente como relato y fue galardonado en 1959 con el premio Hugo. Luego, en 1966 el autor lo convirtió en novela, ganando el premio Nébula de ese año. Recuerdo que allá por el 2000 o así vi una película para televisión protagonizada por Matthew Modine, y así es cómo llegué a conocer la historia.
Charlie Gordon es un hombre con un grave retraso mental. Su mente es el equivalente a la de un niño pequeño. Charlie se somete a una operación quirúrgica para hacerse más listo y tras la operación, el doctor Strauss y el profesor Nemur, responsables de su intervención, lo someten a distintas pruebas para evaluar su agilidad mental. Charlie se siente frustrado, porque no nota ninguna diferencia con su anterior estado, pero a medida que va transcurriendo el tiempo, su ortografía y su vocabulario empiezan a mejorar, pero la cosa no se queda ahí. Charlie va haciéndose cada vez más inteligente, tanto que eso trae consecuencias negativas a su vida. Sus compañeros de la panadería en la que trabaja, que siempre se han reído a su costa, ahora se sienten incómodos en su presencia y le rehúyen. Charlie consideraba al doctor Strauss y al profesor Nemur las personas más inteligentes del mundo, pero ahora se ha percatado de que no lo son tanto; su inteligencia supera con creces a la de ellos y ningún experto en sus respectivos campos lo es realmente. Nadie puede hacerle sombra y eso lo frustra y lo hace sentirse solo, añorando la época en que era tonto pero feliz.


El libro me ha gustado y me ha emocionado. Está escrito en forma de diario, y resulta muy interesante ver cómo se refleja la evolución de Charlie (pasa de escribir fatal, con un montón de faltas de ortografía, a utilizar un léxico claramente superior a la media y muy enriquecido). A medida que se hace inteligente Charlie va accediendo a recuerdos de su vida que creía olvidados, y así, mediante flashbacks somos testigos de la dura infancia que tuvo, con una madre que le pegaba cada dos por tres, obsesionada con hallar una cura para el retraso de su hijo, y una hermana que básicamente le odiaba y le hacía la vida imposible.
Es imposible no sentir lástima por Charlie, cuando al hacerse listo se da cuenta de que los que creía sus amigos en realidad se reían a su costa (la ignorancia es la felicidad) y el final es muy emotivo y triste. Si no acabas llorando es que estás muerto por dentro. Sin duda es un libro maravilloso, corto y que se lee fácil. Coincido en que es uno de los mejores libros del siglo XX y que bien mereció los premios con los que fue galardonado. Altamente recomendable. Apúntatelo.

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