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jueves, 2 de julio de 2020

El soborno, de John Grisham

Lacy Stoltz es investigadora de la Comisión de Conducta Judicial, un organismo que se encarga de llevar a los jueces corruptos ante la justicia. A su mesa llega un caso que podría ser el más importante de toda su carrera.
Ramsey Mix, un abogado que acabó con sus huesos en la cárcel, se pone en contacto con ella para hablarle del caso. Mix representa a un amigo, el cual a su vez representa al verdadero cliente, que tiene información de primera mano de las actividades ilegales de cierta juez de Florida. La historia gira en torno a la construcción de un casino indio, controlado por una banda del Crimen Organizado conocida como la Mafia de la Costa o Mafia del Siluro. Dicha juez está implicada con esta organización y entre los delitos en los que ha participado está el soborno, extorsión, intimidación, al menos un par de asesinatos, juicios amañados y que haya un inocente en el corredor de la muerte.
Mix y su cliente no hacen esto por obligación moral sino por dinero. Según la Ley de Protección del Denunciante, todo aquel que ayude a meter entre rejas a alguien por corrupción recibe una prima bastante cuantiosa (hablamos de millones). En definitiva, esta juez ha robado más dinero que todos los jueces corruptos juntos. Pero no los jueces corruptos de Florida, sino de todos los jueces de todo el país y en toda la historia de Estados Unidos.
Una vez puesta la denuncia, Lacey y su compañero, Hugo Hatch, dispondrán de 45 días para llevar a cabo una evaluación del caso a fin de determinar si la denuncia tiene fundamento y hallar pruebas sólidas contra la denunciada. A los 45 días, la juez será informada de que la están investigando y se pondrá a la defensiva, contratará a los mejores abogados que desestimarán los cargos contra ella sin inmutarse, o bien se deshará de todas las pruebas que puedan incriminarla. A medida que avanza su investigación se dan cuenta de que tienen un auténtico filón entre manos, pero ignoran que dicha investigación pondrá en grave peligro sus propias vidas.


Hacía ya bastante tiempo que tenía a Grisham abandonado así que este año me compré dos libros suyos, “El soborno” y “La gran estafa”. Sé que me faltan más, pero no los tenían todos, así que tuve que conformarme. “El soborno” me ha gustado mucho, aunque no es uno de sus mejores libros ni uno de sus thrillers judiciales más destacados. Tal vez porque sabes desde el principio lo que pasa y en eso apenas hay sorpresas: un juez corrupto, la mafia local, sobornos, asesinatos, blanqueo de dinero, etc. Pero no por ello es menos interesante. Tiene los ingredientes de toda buena novela de Grisham, aderezada con sus pequeños toques de humor, que la convierten en una novela muy amena, y te engancha desde las primeras páginas. Por cierto, aquí está incluido el relato “El último testigo”, que es una precuela de la novela y trata sobre el juicio de Junior Mace, el inocente que acaba en el corredor de la muerte.

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