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martes, 2 de julio de 2013

Viejos amigos. Capítulo 50

50. Bajo tierra

-Algunos niños te tienen miedo-dijo Xavier. Los dos estaban en su despacho. Eric estaba junto a la ventana, observando a algunos de los niños jugando al baloncesto. Uno niño de gafas recibió el balón, desapareció, apareció dos metros más adelante, volvió a desaparecer y apareció en el aire mientras encestaba-Tu presencia les impone demasiado.
-Mejor, así aprenderán que las cosas no son tan fáciles ahí afuera.
-Son niños, ya tendrán tiempo para aprenderlo.
-No me has llamado para hablarme de mis métodos de enseñanza, ¿verdad, Charles?
-No, es cierto-Xavier fue hasta la pared que quedaba a la derecha de su escritorio, la tocó, y ésta se abrió, mostrando un ascensor al otro lado.
-Vaya, ¿tienes tu propio ascensor? Porque, que yo sepa, yo no lo tengo en mi despacho.
-Este ascensor va a donde ningún otro puede hacerlo. Entra.
Eric entró detrás de Xavier, y éste tocó con el dedo un punto debajo del botón de la primera planta.
-Charles, o estás borracho o necesitas gafas. El botón de la primera planta está un poco más arriba.
Entonces vio que se iluminaba un botón debajo del dedo de su amigo, y lo miró, sorprendido.
-¿Un botón oculto? No lo entiendo.
-Es por seguridad. No quiero que nadie baje allá adonde vamos. De momento, nadie más puede ni debe verlo.
-¿Adónde vamos?
-Muy abajo. Quiero que veas el lugar en el que vamos a ubicar el ordenador.
Las puertas se abrieron y Eric vio delante de sí un largo pasillo.
-Vaya, parece que no has perdido el tiempo.
A derecha e izquierda había gruesas puertas acorazadas, similares a las de los Bancos y en cada una de ellas una gran equis en relieve. Eric leyó los rótulos de algunas puertas. "Sala de Entrenamiento", ponía en una, "Hangar" en otra el doble de ancha que las demás. Otras eran laboratorios, sala de rayos X, etc. Estaba bastante impresionado.
-Charles, ¿cómo has hecho para construir todo esto?¿Y para qué sirve?
-Para cuando sea necesario, Magnus. Y creo que lo será en un futuro no muy lejano.
Xavier se detuvo frente a una pesada puerta de titanio y se acercó a un teclado que había a la izquierda. Pulsó una serie de números y la puerta se abrió. El lugar era enorme, pero estaba vacío. Tenía forma semiesférica, como en el dibujo de Charles y no había suelo. En su lugar había un gran abismo que se perdía en su negrura.
-¿Qué profundidad tiene?-preguntó Eric, que se elevó en el aire y se detuvo sobre el abismo.
-Unos cien metros-respondió Xavier desde la puerta-Como te mostré en el dibujo, la pasarela irá hasta el centro, más o menos donde estás tú ahora. ¿Qué opinas?
-¿La pasarela irá sobre algún apoyo?
-No. Irá desde donde estoy yo hasta donde estás tú. La idea es que tu extremo no se venga abajo. Tiene que soportar el peso del ordenador y de dos o tres personas por lo menos.
-Lo mejor será utilizar acero o titanio. Creo que con eso será suficiente.
-¿Y las placas de las paredes y el techo?
-Acero galvanizado irá bien.
-Estupendo.
Eric regresó junto a él y Xavier cerró las puertas.
-Después te daré el código para que puedas entrar siempre que quieras.
-Bien. ¿Me dirás ahora qué hay en las otras salas y de dónde sacaste la idea?
-Claro. En realidad no fue idea mía.
-¿No? ¿De quién, entonces?
-De un hombre llamado Fred Duncan...

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