50. Bajo tierra
-Algunos niños te tienen
miedo-dijo Xavier. Los dos estaban en su despacho. Eric estaba junto
a la ventana, observando a algunos de los niños jugando al
baloncesto. Uno niño de gafas recibió el balón,
desapareció, apareció dos metros más adelante,
volvió a desaparecer y apareció en el aire mientras
encestaba-Tu presencia les impone demasiado.
-Mejor, así aprenderán
que las cosas no son tan fáciles ahí afuera.
-Son niños, ya tendrán
tiempo para aprenderlo.
-No me has llamado para hablarme de mis
métodos de enseñanza, ¿verdad, Charles?
-No, es cierto-Xavier fue hasta la
pared que quedaba a la derecha de su escritorio, la tocó, y
ésta se abrió, mostrando un ascensor al otro lado.
-Vaya, ¿tienes tu propio
ascensor? Porque, que yo sepa, yo no lo tengo en mi despacho.
-Este ascensor va a donde ningún
otro puede hacerlo. Entra.
Eric entró detrás de
Xavier, y éste tocó con el dedo un punto debajo del
botón de la primera planta.
-Charles, o estás borracho o
necesitas gafas. El botón de la primera planta está un
poco más arriba.
Entonces vio que se iluminaba un botón
debajo del dedo de su amigo, y lo miró, sorprendido.
-¿Un botón oculto? No lo
entiendo.
-Es por seguridad. No quiero que nadie
baje allá adonde vamos. De momento, nadie más puede ni
debe verlo.
-¿Adónde vamos?
-Muy abajo. Quiero que veas el lugar en
el que vamos a ubicar el ordenador.
Las puertas se abrieron y Eric vio
delante de sí un largo pasillo.
-Vaya, parece que no has perdido el
tiempo.
A derecha e izquierda había
gruesas puertas acorazadas, similares a las de los Bancos y en cada
una de ellas una gran equis en relieve. Eric leyó los rótulos
de algunas puertas. "Sala de Entrenamiento", ponía
en una, "Hangar" en otra el doble de ancha que las demás.
Otras eran laboratorios, sala de rayos X, etc. Estaba bastante
impresionado.
-Charles, ¿cómo has hecho
para construir todo esto?¿Y para qué sirve?
-Para cuando sea necesario, Magnus. Y
creo que lo será en un futuro no muy lejano.
Xavier se detuvo frente a una pesada
puerta de titanio y se acercó a un teclado que había a
la izquierda. Pulsó una serie de números y la puerta se
abrió. El lugar era enorme, pero estaba vacío. Tenía
forma semiesférica, como en el dibujo de Charles y no había
suelo. En su lugar había un gran abismo que se perdía
en su negrura.
-¿Qué profundidad
tiene?-preguntó Eric, que se elevó en el aire y se
detuvo sobre el abismo.
-Unos cien metros-respondió
Xavier desde la puerta-Como te mostré en el dibujo, la
pasarela irá hasta el centro, más o menos donde estás
tú ahora. ¿Qué opinas?
-¿La pasarela irá sobre
algún apoyo?
-No. Irá desde donde estoy yo
hasta donde estás tú. La idea es que tu extremo no se
venga abajo. Tiene que soportar el peso del ordenador y de dos o tres
personas por lo menos.
-Lo mejor será utilizar acero o
titanio. Creo que con eso será suficiente.
-¿Y las placas de las paredes y
el techo?
-Acero galvanizado irá bien.
-Estupendo.
Eric regresó junto a él y
Xavier cerró las puertas.
-Después te daré el
código para que puedas entrar siempre que quieras.
-Bien. ¿Me dirás ahora
qué hay en las otras salas y de dónde sacaste la idea?
-Claro. En realidad no fue idea mía.
-¿No? ¿De quién,
entonces?
-De un hombre llamado Fred Duncan...
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