54. Galería de
celebridades
-¿Por qué no me habla de
los reclusos que están aquí?-preguntó
Magneto-¿Hay muchas celebridades?
-Antes que nada, señor Jameson,
quiero que sepa que no considero a todos los mutantes una amenaza.
Algunos llevan una existencia tranquila, sin utilizar sus poderes;
otros los utilizan para ayudar a los demás y otros los usan
para hacer daño. Es a estos últimos a los que creo que
hay que encerrar.
-Claro, estoy de acuerdo con
usted-concedió Magneto.
-Están convencidos de que están
por encima del resto del mundo, y hacen lo que les place. Y no es
así. Ellos también tienen que acatar unas leyes y
seguir unas normas de conducta.
-Y cuando no lo hacen los traen aquí.
-Sólo a los más
peligrosos. Aquí no hay únicamente mutantes de
nacimiento, señor Jameson, también hay personas que
vieron alterado su ADN debido a algún accidente, pero que son
igualmente peligrosas.
-¿Por ejemplo?
El alcaide se detuvo frente a una celda
que tenía una pequeña abertura a la altura de los ojos
y le invitó a echar un vistazo.
Magneto vio a un hombre tumbado,
encerrado en una especie de cápsula que lo mantenía
inmovilizado.
-¿Está dormido?
-No, sedado. Y así estará
el resto de su vida si es necesario.
-¿Qué le pasa?
-El hombre de esta celda es el doctor
Bruce Banner. En un experimento fallido se vio expuesto a los rayos
gamma y estos mutaron sus genes de forma drástica. Cada vez
que sufre dolor físico o emocional se convierte en un inmenso
ser de color verde que lo destruye todo a su paso. Es una amenaza
para la sociedad y por eso lo mantenemos sedado.
Magneto asintió con la cabeza.
-El caso del doctor Banner no es el
único. Aquí hay otros científicos cuyos
experimentos fallidos cambiaron sus cuerpos para siempre.
-Hábleme de los mutantes más
peligrosos.
Magneto, el alcaide y los dos guardias
volvieron a ponerse en marcha.
-Arkady Gregorovich-dijo el alcaide
señalando otra celda-alias: Omega Red. Fue la respuesta
soviética al Capitán América, pero se les escapó
de las manos. Gregorovich ya era un psicópata antes de
someterse al experimento que lo convirtió en un mutante. Tiene
dos tentáculos de carbonadium que le salen de los antebrazos.
El carbonadium es una aleación similar al adamantium pero
menos resistente. Estos tentáculos producen feromonas de la
muerte, unas esporas capaces de matar a cualquiera que esté en
sus proximidades. Omega Red también es vulnerable a ellas.
Para conseguir estabilizar su cuerpo necesita un aparato llamado
sintetizador de carbonadium, que afortunadamente aún no ha
encontrado. Además para mantenerse vivo necesita absorber la
esencia vital de otros seres vivos. Es una víctima de su
propia mutación.
-¿Cómo lo mantienen a
raya?
-Lo tenemos en estado criogénico
desde la Guerra Fría. En esta otra celda tenemos a un mutante
que se hace llamar Pyros. Era un novelista mediocre, pero sus libros
tenían muchos fans. Entonces un día desapareció
y regresó como un mutante. Puede controlar el fuego y darle
forma, pero no puede generarlo. Tiene medio rostro quemado.
Torcieron a la derecha y enfilaron por
el pasillo.
-Dígame, ¿existe algún
mutante que quieran encerrar aquí pero que aún no han
podido atrapar?
-Oh, sí, hay unos cuantos.
-¿Por ejemplo?
-Le hablaré de uno de ellos. Uno
de los más peligrosos. Se hace llamar Magneto.
Magneto le miró con atención.
Se preguntó qué sabrían de él. ¿Tendrían
alguna foto suya?
-Soy todo oídos.
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