57. La huída
Las antenas se doblaron hacia arriba y
empezaron a comprimirse, como si una mano invisible las estuviera
apretando.
-¿Qué tal?
Juggernaut se puso de pie miró a
uno y otro lado y sonrió.
-Mucho mejor. Por primera vez en tres
años me siento genial.
-¿Ya no te sientes débil?
A modo de respuesta, Juggernaut agarró
seis barrotes con una mano y los arrancó como si fueran
alambres.
-No, está claro que no.
-¿Has pensado algún plan?
-Tranquilo, crearemos una distracción
para entretener a los guardias.
-Esos guardias llevan armas que
producen el mismo efecto en mí que las antenas, y sin el casco
soy vulnerable a esas armas.
-No te alcanzarán. Yo me
encargaré de ello.
-¿Y cómo saldremos de
aquí? Estamos en medio del mar y yo no sé volar.
-Yo sí. No te preocupes por eso.
La pesada puerta de la celda salió
disparada de sus goznes, aplastando al guardia que la custodiaba, y
al instante empezó a sonar una estridente alarma.
-Oh, vaya-comentó Magneto-Vamos,
salgamos de aquí.
Los dos salieron al pasillo y este
enseguida se llenó de guardias armados. Cuando los guardias
los vieron corrieron hacia ellos, disparándoles.
Juggernaut cogió la puerta de la
celda y usándola como escudo corrió hacia ellos,
embistiéndolos.
-Buen trabajo-dijo Magneto.
Torcieron a la izquierda y al final del
pasillo aparecieron seis guardias armados que empezaron a dispararles
con sus armas de ondas alfa. Los dos retrocedieron hasta ocultarse
detrás de la esquina y esperaron unos segundos. Luego Magneto
volvió a salir, hizo que una de las armas volara hacia él
y les disparó. Al instante empezaron a tambalearse, a perder
el equilibrio y a vomitar.
-Tenemos que subir a la superficie-dijo
Magneto-, pero creo que no cabes en el ascensor.
-Entonces buscaremos otra ruta.
Juggernaut atravesó el techo de
un salto y Magneto le siguió elevándose en el aire.
Aparecieron justo en medio de un pasillo. Por un lado y por otro
aparecieron guardias armados.
-Maldición-dijo Juggernaut.
-Tranquilo, les daré algo con lo
que entretenerse.
Extendió los brazos y las
pesadas puertas de todas las celdas salieron volando, dejando libres
a una docena de los mutantes más peligrosos del mundo. Los
mutantes salieron, vieron a los guardias y empezaron a atacarlos con
sus poderes, y los guardias les dispararon a su vez.
Mientras se desarrollaba aquella lucha,
Juggernaut y Magneto siguieron subiendo, hasta que llegaron a la
superficie.
-¿Y ahora qué?-preguntó
Juggernaut.
-Arranca aquella puerta de allí-dijo
señalando una puerta metálica rectangular de
aproximadamente su tamaño.
Juggernaut lo hizo y la tiró al
suelo.
-Ahora ponte sobre ella. Yo la elevaré
en el aire y así podremos irnos.
Juggernaut soltó una carcajada y
se colocó sobre la puerta. Magneto y la puerta se elevaron al
mismo tiempo y empezaron a alejarse. Entonces aparecieron unos
guardias que comenzaron a dispararles.
-Allí hay tres
helicópteros-señaló Juggernaut-Podrían
seguirnos.
-No lo harán.
Los tres helicópteros empezaron
a mover sus hélices y se elevaron en el aire. Se alejaron de
la prisión, dieron la vuelta y fueron directos hacia el Vacío.
La explosión que se produjo fue impresionante, pero Magneto no
se inmutó, y Juggernaut y él siguieron alejándose.
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