56. El plan de Magneto
Media hora después Magneto entró
en la celda de Juggernaut. Unos barrotes dividían la celda en
dos. A su lado había una silla, y al otro un banco, una cama,
un lavabo y un retrete.
Juggernaut era dos veces más
grande que él, y estaba sentado en el banco, con mala cara.
Magneto sabía por qué.
En el techo había dos aparatos
similares a antenas parabólicas, una en cada esquina de la
parte de la celda que correspondía a Juggernaut, orientadas
hacia el centro. Aquellas antenas emitían unas ondas alfa que
mantenían a Juggernaut en un estado constante de mareo y
debilidad. Las ondas alfa eran idénticas a las ondas
cerebrales, y fueron una sugerencia de Charles Xavier para que
pudieran mantener a raya a su hermanastro.
Magneto lo sabía porque el
alcaide se lo había dicho mientras los guardias se aseguraban
de que no hubiera ningún peligro para él una vez
dentro. También le había dicho que dentro no había
ninguna cámara, lo cual le daba libertad para hablar con
Juggernaut de lo que quisiera.
-¿Juggernaut?-Magneto se acercó
y se sentó en la silla.
Juggernaut lo miró,
desconcertado.
-¿Me escuchas?
-¿Quién... eres? ¿Qué...
quieres?
-Ayudarte si tú me ayudas a mí.
Entonces Juggernaut se inclinó
hacia adelante y vomitó.
-¿Estás bien?
-No, no lo estoy. Me pasa de vez en
cuando y la culpa es de esas antenas.
-Eso podría acabar si me ayudas.
-¿Quién eres?-le preguntó
con recelo.
-Magneto.
-No te creo. Demuéstralo.
Dos de los barrotes se separaron unos
veinte centímetros y volvieron a alinearse.
-Vale, eres quien dices ser. ¿Y
a qué debo el honor de recibir la visita del poderoso Magneto?
-Necesito algo de ti.
-¿Qué te hace pensar que
voy a ayudarte?
-Si me ayudas, te sacaré de
aquí.
-Me reiría si eso no me hiciera
vomitar.
-Hablo en serio.
-¿Por qué ibas a sacarme
de aquí?
-Un trato es un trato. Si me ayudas te
sacaré de aquí. Las compuertas de las celdas son
metálicas. No sería complicado.
Juggernaut le miró en silencio,
considerando la posibilidad.
-¿En qué puedo ayudarte?
-He oído por ahí que
tienes un casco que impide que tu hermano...
-Hermanastro.
-Sí, claro, hermanastro. Que
impide que tu hermanastro te lea el pensamiento y que domine tu
mente.
-¿Y?
-Si me consigues un casco como el tuyo,
te sacaré de aquí.
-¿Por qué quieres un
casco como el mío?
-Estoy metido en algo y es muy
importante que tu hermanastro no sepa en qué estoy pensando.
Lo echaría todo a perder.
-Quizá no te hayas fijado, pero
me han quitado el casco.
-¿Tienes más o sólo
ese?
-Tengo más.
-Bien. ¿Si te saco de aquí
me proporcionarás uno?
-Sí, lo haré.
-Bien-Magneto se puso de pie.
-¿Cuándo me sacarás
de aquí?
-Ahora mismo–y se puso de pie.
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