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lunes, 10 de junio de 2013

Viejos amigos. Capítulo 36


36. Juggernaut

Charles regresó cinco días más tarde, en plena madrugada, y se dejó caer en su cama, agotado. Tan cansado estaba que durmió con la cama sin deshacer, vestido. Al día siguiente se despertó a media mañana, se duchó, se cambió de ropa y fue a la sala de rehabilitación, donde encontró a Eric tratando a Gabrielle. Cuando ella le vio se le iluminó la cara y trató de levantarse, pero con los pesos en los tobillos no pudo.
Eric le vio y sonrió.
-Eh, ya has vuelto. Ya era hora-dijo, estrechándole la mano efusivamente-Gabrielle estaba muy preocupada.
-Eso no es cierto-protestó ella-, pero sí me alegro de que hayas regresado. ¿A dónde has ido?¿Por qué no dijiste nada? Me hubiera gustado que te despidieras de mí al menos.
-Fue algo que surgió de repente y apenas tuve tiempo de dejar una breve nota. Lamento haberte preocupado-Charles le quitó los pesos de los tobillos y la ayudó a levantarse. Entonces ella le abrazó.
-Os dejaré a solas-le susurró Eric al oído, dándole una palmadita en la espalda-Luego hablamos.
Charles asintió.
-Eric me dijo que se trataba de un asunto familiar. ¿Ha ido todo bien?
-Sí, bueno, se trataba de mi hermanastro, Caín.
-¿Le ha pasado algo grave?
-Digamos que se metió en líos con la policía.
Eso era un gran eufemismo.
La noche en que se marchó vio en el pequeño televisor de su despacho que alguien estaba provocando el caos y el desorden en Chicago, y ese alguien no era otro que su querido hermanastro, que en aquel momento estaba rodeado por una docena de agentes de policía.
Charles tuvo que ir rápidamente al aeropuerto y coger un avión que hizo escala en Illinois al día siguiente y desde allí le siguió la pista hasta un almacén abandonado. La policía llegó poco después y tuvo lugar una lucha encarnizada. Charles les indicó que le dispararan al casco, pero no consiguieron quitárselo. Al parecer estaba hecho de una aleación inmune a las balas y Charles no pudo penetrar en su mente. En un momento dado Caín cogió uno de los coches de policía con sus manos y lo lanzó contra ellos. El coche dio varias vueltas de campana y derribó a varios policías, incluyéndolo a él, que rodó por el suelo unos cuantos metros y quedó inconsciente un par de días. Cuando volvió en sí Caín había desaparecido y Charles regresó a Israel, derrotado.
-¿Y tú qué tal?¿Eric te ha dado muchos problemas?
-En absoluto. Es tan estricto como tú.
-Vaya, me alegra saberlo. ¿Cómo van tus piernas?
-Mejor. Ya no me canso tanto con el andador, y puedo levantar durante más tiempo los pesos de los tobillos.
-Bien, me alegro mucho. Dentro de poco ya no necesitarás de mis servicios.
-No seas ridículo, Charles, yo siempre te necesitaré. Siempre.

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