39. La masacre
Cuando emprendieron el camino de
regreso al hospital, Charles se detuvo en seco a unos cien metros y
una expresión de horror apareció en su rostro.
-Charles, ¿qué ocurre?
-Ha ocurrido algo terrible en el
hospital-dijo, y empezó a correr con todas sus fuerzas. Cuando
traspasaron el umbral vieron que todo estaba destrozado. Las ventanas
hechas añicos, las camillas volcadas y las paredes
agujereadas.
-¿Qué demonios ha
pasado aquí?-murmuró Eric, horrorizado-Eso... eso son
agujeros de bala.
Siguieron avanzando por el pasillo y
vieron que el suelo había grandes charcos de sangre y en las
paredes huellas de manos del mismo color rojo.
-Dios mío...
-Están todos muertos-dijo
Charles-No, espera, siento algo. ¡Vamos!
Eric siguió a Charles hasta
la sala del comedor y allí vio a una docena de pacientes,
todos muertos, acribillados a balazos, yaciendo en charcos de sangre.
-Esto es una matanza-dijo Eric-¿Pero
qué es lo que ha pasado, en nombre de Dios?
Debajo de cuatro cadáveres
amontonados Charles sacó a alguien qu aún seguía
con vida. Era Daniel, pero estaba irreconocible. Tenía una
herida profunda en el cráneo que no dejaba de sangrar y el
pómulo izquierdo hinchado y púrpura. Le habían
arrancado tres uñas de su mano derecha y sangraba profusamente
de una herida de bala que tenía en el estómago.
-¡Daniel!¡Daniel!¿Me
escuchas?
Daniel entreabrió los ojos y
miró a Charles. Levantó una mano muy débilmente
y tiró de él hacia abajo.
-Charles... -dijo en un susurro
apenas audible-Charles... -a Daniel le entró un ataque de tos
y escupió más sangre.
-No hables, Daniel.
-Charles... se la han... llevado...
-¡¿Qué?!
-Vinieron en plena noche...-Daniel
escupió más sangre-Con armas...
Charles miró asustado a Eric.
Eric salió corriendo hacia el
ala norte.
-Daniel, no hables... sólo
ábreme tu mente.
Charles puso una mano sobre la
frente de su amigo y todo se fundió en negro a su alrededor.
Un instante después empezó a recibir imágenes a
través de los ojos de Daniel.
Vio una furgoneta negra aparcada en
la entrada del hospital de la que salían nueve hombres
armados. Entraron de golpe y empezaron a disparar a todo el mundo,
matando a pacientes y médicos indiscriminadamente. Uno de
ellos, el que parecía dar las órdenes, cogió a
Daniel (a él), le encañonó y le preguntó
por la chica. Como no le contestó, le disparó en la
pierna, le arrancó las uñas, le rompió la
nariz... entonces uno de sus subalternos entró en la sala con
ella sobre un hombro y todos se rieron. El jefe tiró a Daniel
a un lado y le disparó en el estómago. Hablaron entre
ellos en alemán y luego se marcharon.
-Tienes que encontrarla-dijo Daniel,
recurriendo a las pocas fuerzas que le quedaban-Fue hace una hora...
tienen que estar aún por aquí...
-No hables, Daniel, te pondrás
bien.
Daniel le sonrió y le tocó
la cara, manchándosela de sangre.
-Ve al pueblo... alguien ha tenido
que... -escupió más sangre, puso los ojos en blanco y
su cabeza cayó hacia atrás.
Charles le cerró los ojos y
le limpió la sangre de la cara.
-Descansa en paz, amigo mío.
Eric regresó en aquel
momento.
-Charles, no está, Gabrielle
ha desaparecido...
Entonces vio a Daniel muerto y se
arrodilló junto a él.
-¿Ha muerto?
Charles asintió.
-Hijos de puta. ¡Hijos de
puta!
-Eric, cálmate. Ya no podemos
hacer nada por él. Ahora tenemos que encontrar a Gabrielle
antes de que sea demasiado tarde.
Eric se puso de pie y le miró.
-¿Te ha dicho algo?
-Sé lo que pasó, pero
no sabe a dónde se fueron.
-¿Entonces cómo la
encontraremos, Charles?¡No sabemos dónde buscar!
-Iremos al pueblo. Por fuerza
alguien a tenido que fijarse en su furgoneta.
-Ya es tarde, Charles, ya deben
estar a kilómetros de aquí. Sabe Dios lo que le estarán
haciendo...
-¡Eric, te necesito
conmigo!¿Estás conmigo?
-Sí, maldita sea, estoy
contigo.
-Bien, entonces ve a sacar tu coche.
No tenemos un instante que perder.
-Si los encontramos a tiempo te juro
que desearán no haber nacido.
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