48. El nuevo profesor
-Al final lo hiciste-dijo Eric
avanzando hacia él.
-¿Qué te parece?
-Si te soy sincero, la verdad es que me
has sorprendido. Pensé que esta idea tuya no pasaría de
eso, una idea, pero veo que al final la has llevado a cabo.
-¿Te parece bien?
-Es tu sueño, no el mío-se
limitó a responder Eric.
-Vamos, no te quedes en la puerta.
Xavier le guió por el pasillo
hasta su despacho.
-Esta es la primera vez que estoy en tu
casa.
-¿Y bien?
-No está mal. Aunque es mucho
espacio para una sola persona.
-A partir de la semana que viene
vivirán aquí más de doscientas personas, así
que no tendré tiempo de sentirme solo.
-Bien. Espero que tengas éxito
con este proyecto tuyo.
-Y yo también. Y hablando de
proyectos, me gustaría hablarte de algo en lo que llevo
trabajando un tiempo.
-¿De qué se trata?
-Es un ordenador.
-¿Un ordenador?¿Qué
clase de ordenador?
-Uno único en el mundo. Si
funciona, al conectarme a él podría amplificar mis
poderes mentales de forma ilimitada y permitirme encontrar a
cualquier mutante en todo el mundo. He hecho un diseño
primario, pero necesito a alguien que me ayude a construirlo.
-¿Necesitas mi ayuda?
-Sí.
Eric lo pensó durante un
segundo.
-¿Tienes aquí los
diseños?
Xavier abrió un cajón y
le tendió los dibujos por encima de la mesa. El primero era
una sala inmensa, de forma semiesférica, y toda ella estaba
cubierta por una especie de placas rectangulares. Una pasarela iba
hasta el centro de la sala, sólo que no había suelo; la
pasarela se sostenía sobre un abismo y al final de la misma
estaba el ordenador.
-¿Lo que cubre el techo son
placas metálicas?
-Sí. Las ondas psíquicas
de mi cerebro aumentan al rebotar en ellas.
Eric examinó el boceto del
ordenador. Era una especie de mesa de control semiesférica a
la que estaba conectado un casco metálico mediante unos
conductores de acero. O eso es lo que parecía.
-Para ser los primeros esbozos no está
mal. ¿Ya sabes dónde lo vas a ubicar?
-Sí, debajo de la mansión.
¿Qué me dices, te interesa?
Eric asintió lentamente con la
cabeza.
-Tiene posibilidades.
-¿Aceptas?
-Acepto-y le estrechó la mano.
-¿Por qué?
-¿Qué?
-¿Por qué aceptas? Siento
curiosidad.
Eric se encogió de hombros.
-Yo también. Me gustaría
saber cuántos como nosotros hay en todo el mundo.
-Es una buena razón. Otra cosa.
Si vas a ayudarme con el ordenador, lo adecuado es que ocuparas una
habitación, aquí, en vez de estar yendo y viniendo
constantemente.
-Sí, es preferible. ¿Qué
tienes en mente?
-¿Qué te parecería
ser profesor en mi colegio?
-¿Cómo dices?-Eric se
rió-¿Yo profesor?
-Piénsalo, es lo más
lógico. Así la gente no se preguntará quién
es el tipo ese de pelo blanco que ronda por el colegio.
-¿Y de qué se supone que
sería profesor?
-¿Qué te parece de
ciencias?
-¿Ciencias?¿Yo no sé
nada de ciencias?
-Claro que sí. Eres el mayor
experto en magnetismo que conozco.
Eric se rió y luego miró
a su viejo amigo.
-Está bien, Charles. Acepto.
Seré tu profesor de ciencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario