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martes, 18 de febrero de 2014

Suites imperiales, de Bret Easton Ellis

“Suites imperiales” es la secuela de “Menos que cero”, la primera novela de Bret Easton Ellis, 25 años después. En aquél, Ellis nos presentaba a un grupo de jóvenes, hijos de productores de Hollywood, directores o actores, que dedicaban las vacaciones de Navidad a ir de fiesta en fiesta, emborracharse y drogarse como si no hubiera un mañana. Aquí descubrimos en qué tipo de hombres se han convertido sus protagonistas, si han madurado o si siguen siendo unos descerebrados.
Clay, el protagonista, es ahora un guionista de éxito y regresa a Los Ángeles para participar en el cásting de su última película, The Listeners, y allí vuelve a encontrarse con sus viejos amigos, aunque con algunos el trato se ha enfriado bastante. Su ex, Blair, se ha casado con su amigo Trent, que entonces era modelo y ahora es un importante agente, pero a pesar de tener hijos en común Trent sigue teniendo sus escarceos amorosos con hombres jóvenes y atractivos, y Blair ha tenido una aventura con Julian, que entonces era un chapero yonki y ahora dirige su propio negocio de prostitutos. Y luego está Rip, el antaño camellos de Clay, que se ha hecho tantas operaciones de cirugía estética que parece salido de una película de terror.

Al poco de llegar a Los Ángeles Clay se da cuenta de que un jeep azul lo sigue a todas partes y alguien le está enviando extraños mensajes anónimos al móvil, en plan “te estoy vigilando” o “sé dónde estás” y alguien se cuela en su apartamento y revuelve sus cosas. Paralelamente Clay conoce a una joven actriz llamada Rain, sin ningún talento pero que está muy buena, con la que acaba liándose y le promete un papel en su película. Clay acaba descubriendo que Rain está metida en un asunto bastante serio con gente muy peligrosa, del cual no le ha dicho nada ni quiere hacerlo y Clay, sin comerlo ni beberlo, acaba atrapado en medio.

El año pasado vi que tenían este libro en mi biblioteca, así que decidí volver a leer el primero para refrescar la memoria. Esta secuela me ha parecido tan buena como “Menos que cero”, en su mayor parte. Está escrito con el mismo tono desapasionado del primer libro y es tan crítico con el superficial mundillo de Hollywood como aquél. El principio es muy divertido, porque Clay nos cuenta que alguien cercano a su pandilla escribió un libro sobre sus correrías nocturnas, borracheras y demás (puede que un tal Bret Easton Ellis) y luego hicieron una película, muy diferente del libro, así que todos ellos vivieron sus 15 minutos de fama. Y en las últimas páginas se describe una orgía sexual muy extrema,tan perturbadora como la de la niña del primer libro. La verdad es que esta escena no viene mucho a cuento, parece como si Ellis quisiera impactar a sus lectores y compensarlos por su dudoso desenlace. Lo cierto es que el final me ha parecido muy decepcionante porque no se molesta en cerrar algunas de las subtramas, como si no tuviera ganas y quisiera acabar el libro de cualquier manera, y yo me sentí timado. Si lo sé no me molesto en leerlo.

martes, 19 de noviembre de 2013

Menos que cero, de Bret Easton Ellis

Bret Easton Ellis se convirtió en el máximo representante de la llamada Generación X (un grupo de escritores que surgieron a finales d ellos 80 y principios de los 90) cuando, con tan solo 21 años, publicó esta su primera novela. Enseguida público y crítica lo encumbraron a lo más alto y llegaron a decir de él que era el nuevo “Guardián entre el centeno”. Esto fue así porque demostró que siendo tan joven tenía mucho talento y escribía de una forma tan cruda y fría que parecía que llevara años haciéndolo. Yo me leí “Eragon”, que Christopher Paolini empezó a escribir con 15 años, y se notaba que estaba muy verde. Con “Menos que cero” no ocurre esto.

Pero este no fue el primero que leí de él. El privilegio lo tuvo “American Psycho”, su libro más polémico. Por aquel entonces yo no sabía quién era. Leí en la contraportada que la gente se manifestó delante de las librerías, con pancartas y todo, para que no lo vendieran. Mejor publicidad que esta no hay, así que tuve que leerlo. Luego vinieron “Los confidentes”, de relatos relacionados entre sí, y después este. Y decidí volver a leerlo ahora porque vi que en mi biblioteca tienen la segunda parte, publicada en 2010.

Clay, el protagonista, es un joven universitario que regresa a su casa en Los Ángeles a pasar las vacaciones de Navidad y se reencuentra con su pandilla de amigos, todos ellos hijos de productores de Hollywood y directores y magnates de la industria, y se pasan todos el tiempo de fiesta en fiesta, emborrachándose y poniéndose ciegos de coca.

El libro es simplemente brutal. Ellis te habla de todo esto de forma sencilla y directa, como si fuera lo más normal del mundo, en plan “antes de ir a la fiesta de x fui al baño y me metí unas rayas”, y ala, como si nada, como si solo se hubiera puesto un poco de colonia. Pero esto no es todo, aparte de las drogas y todo ese ambiente tan superficial de Hollywood también toca el tema de la prostitución masculina, la pornografía infantil e incluso las snuff movies, y tiene algunas escenas, sobretodo al final, demasiado extremas para mi gusto. Es libro es breve, unas 180 páginas, pero muy intenso y te lo puedes leer casi de una sentada sin apenas darte cuenta. Sorprende que escribiera esto siendo tan joven, yo me quedé anonadado, la verdad. Ganas de leer pronto la secuela. Me pregunto cómo serán estos jóvenes de adultos.