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lunes, 7 de julio de 2014

Blaze, de Stephen King (Richard Bachman)(¡Ojo Pequeño Spoiler!)


Stephen King escribió esta novela en 1973, antes que “Carrie”, pero tras releerla le pareció una mierda y la metió en una caja durante 30 años. Luego, un año después de publicar “Colorado Kid” con la pequeña editorial Hard Case Crime, quiso volver a colaborar con ellos, publicando esta vez algo un poco más fuerte que aquella novela corta, y pensó en “Blaze”. Volvió a releerla y en esta ocasión le pareció bastante buena, pero no la novela idónea para Hard Case, que se centra en novela negra y de crímenes, así que la reescribió y la publicó con su editorial de siempre en 2007.

Los Gerard son multimillonarios y acaban de tener un bebé. Blaze y George planean secuestrarlo y pedir por él un cuantioso rescate, pero antes de poder llevar el plan a cabo George muere. Blaze es un poco “lento” y a veces se olvida que su compañero ha muerto y sigue hablando con eĺ como si eso no hubiera pasado (y en su mente George le responde), así que decide seguir adelante con el plan y secuestrar al bebé, pero comete muchos errores y el FBI no tarda en ponerse tras su pista.

Todo aquel que diga que Stephen King es solo un escritor de terror yo le recomiendo encarecidamente que se lea este libro, porque así descubrirá que aparte de aterrorizar a uno también puede tocarle la fibra sensible de tal forma que poco le faltará para derramar algunas lágrimas. Clayton Blaisdell Jr, “Blaze”, es un personaje que parece sacado de un libro de Dickens. Con las dificultades por las que pasa desde su niñez resulta imposible no compadecerse de él. Su padre, alcohólico, lo tira por las escaleras, dejándolo en coma varias semanas y un feo hueco en la frente; al despertar, se ha quedado medio tonto. Luego lo envían a Hetton House, una especie de orfanato-granja, donde tiene varios encontronazos con el estricto director, que es muy proclive al castigo corporal. La primera familia que lo adopta lo trata como a una bestia de carga y la cosa entre ellos acaba bastante mal. La segunda es todo lo contrario, el hombre es muy bueno con él, pero cuando está a punto de adoptarlo sufre un infarto y fallece, y Blaze tiene que regresar de vuelta a Hetton House.
Los flashbacks sobre la juventud de Blaze son mi parte favorita. Son mucho más interesantes que la parte del secuestro y es lo que despierta la simpatía y comopasión del lector. Lo del secuestro, pese a su gravedad, contiene algunas escenas bastante graciosas, y es que Blaze comete tal cantidad de errores (como el atraco a la gasolinera) que es imposible no reírse. Pobre.

Este me ha parecido un muy buen libro de King, muy ameno y de fácil lectura, y que por cierto contiene una gran primera frase (“George estaba en algún lugar en la oscuridad”), una de las que más me gustan de toda su obra. Las cosas no acaban bien para el protagonista, pero reconozcámoslo, dado el camino que escogió recorrer, no cabía otro posible. Sin duda es uno de los mejores libros del Maestro, una lástima que hubiera que esperar 30 años a que viera la luz. Aparte, el libro incluye el relato "Memoria", que posteriormente se convertiría en la novela "Duma Key". La verdad es que al leerlo te das cuenta de que podría haber dado para mucho más. Afortunadamente King acabaría dándose cuenta.
Bien, y con esto pongo punto y final a mi desafío de leerme este año las siete novelas que Stephen King escribió con el seudónimo de Richard Bachman. Dos desafíos fuera, quedan tres.

lunes, 30 de junio de 2014

Posesión, de Stephen King (Richard Bachman)


En 1996 Stephen King llevó a cabo un experimento bastante peculiar: escribir dos versiones diferentes de la misma historia y publicarlas conjuntamente. Así nació el tándem Desesperación-Posesión. Ambas historias son ligeramente diferentes (aunque la base es la misma) pero lo más interesante de todo es que los personajes son los mismos pero aparecen con los roles cambiados (solo hay tres que los mantienen; John Marinville sigue siendo escritor, Collie Entragian es policía y Steve Ames es camionero): los que son padres en uno son hijos en el otro y los que viven en el primero mueren en el segundo, en mayor o menor grado.
En “Desesperación”, el sheriff de dicho pueblo está poseído por un ser llamado Tak y detiene a los que pasan por la Interestatal 50, metiéndolos en las celdas de su pequeña comisaría para tenerlos en reserva, pues los cuerpos que ocupa se deterioran en poco tiempo.

El de “Posesión” transcurre en la calle Poplar de Wentworth, Ohio, a lo largo de dos intensas horas de un día de verano. Una furgoneta de aspecto futurista aparece en la calle Poplar y desde su interior alguien dispara a su paso contra los vecinos que están en la calle y en sus jardines. Los supervivientes se refugian en dos casas y tras los primeros momentos de pánico aúnan fuerzas para tratar de averiguar lo que pasa y quién es el responsable, y conseguir sobrevivir a los siguientes ataques.
El responsable es Seth Garin, un niño autista poseído por Tak, que utiliza el poder latente del chico para materializar de la anda esas furgonetas, sacadas de la serie de dibujos animados Motokops 2200, para matar a todos los que viven en la calle Poplar. ¿Y por qué? Pues porque a Tak le divierte, pero también porque con cada muerte su poder aumenta.

La primera vez empecé por el de “Desesperación” y ese me gustó más porque lo consideré como la novela original y a este como la versión alterna; me pareció simplemente entretenido. Ahora que he vuelto a leerlo me ha gustado mucho más. Me encanta cuando King coge a un puñado de personajes y los pone en una situación de gran tensión y riesgo o irracionalmente sobrenatural. El libro destila tensión en cada una de sus páginas y King no pierde el tiempo en prolegómenos, a las pocas páginas ya estás inmerso en la locura que Tak ha puesto en marcha, y es tan absorbente que el tiempo se te pasa volando. Y los interludios entre los capítulos están geniales (los extractos de diarios y los guiones televisivos), son mi parte favorita. Es increíble que todo ocurra en apenas dos horas.

miércoles, 25 de junio de 2014

Maleficio, de Stephen King (Richard Bachman)


William Halleck es abogado y pesa 111 kilos. Una noche atropella accidentalmente a una gitana y la mujer muere. A William lo juzgan por homicidio involuntario pero el juez es amigo suyo y sale libre. Cuando se dirige a su coche, un anciano gitano, Taduz Lemke, el padre de la fallecida, se acerca a él, le acaricia la mejilla y le dice “Más delgado”. Y a partir de entonces William empieza a perder peso. Al principio no le da importancia, solo son 1 kilo o 2, pero a medida que van pasando los días va adelgazando más y más, pese a que sigue atiborrándose de comida. Su mujer empieza a preocuparse y cree que podría ser cáncer, así que va al médico y le hacen un montón de pruebas pero no le encuentran nada. Opinan que podría tratarse de una especia de anorexia nerviosa y quieren internarlo para seguir haciéndole pruebas, pero William no quiere ni oír hablar de ello. Está convencido de que el gitano le echó una maldición y más aún al saber que no es el único. Su amigo el juez Rossington oficialmente está ingresado por un caso de cáncer de piel, pero su esposa le confiesa que empezaron a salirle escamas como un lagarto, y Duncan Hopley, el jefe de policía, que echó a los gitanos del pueblo, sufre un terrible caso de acné que lo ha covertido en un monstruo supurante de pús.

William le cuenta todo esto a su mujer, que no se cree nada y piensa que es una paranoia de su marido y le insiste para que regrese a la clínica y siga haciéndose pruebas. Así que abandona el hogar familiar y se va en busca de los gitanos para que Lemke le quite la maldición antes de que sea demasiado tarde. Para ello contará con la ayuda de Richard Ginelli, un mafioso amigo suyo al que libró de la cárcel.

La verdad es que esto de la maldición gitana parece una tontería, pero Stephen King es muy bueno en lo suyo y consigue transmitirte el terror de la situación que vive el protagonista, ese pánico al ver que hagas lo que hagas sigues adelgazando y adelgazando y adelgazando aunque comas el doble de lo que sueles comer, hasta parecer una víctima del Holocausto judío. Yo personalmente no volveré a tomarme a risa lo del mal de ojo. El libro es muy ameno y poco a poco va metiéndote el terror en el cuerpo, como esas historias de campamento que se cuentan a la luz de una hoguera. La pega es que el final es algo decepcionante. Después de todo por lo que pasa el protagonista, creo que no se merece terminar así. Menuda recompensa.

martes, 24 de junio de 2014

El fugitivo, de Stephen King (Richard Bachman)


Este libro es como el de “La Larga Marcha”. En aquél tenía lugar una maratón cuyo ganador era el único superviviente; los que bajaban de la velocidad mínima o se paraban recibían un tiro en la cabeza. “El fugitivo” tiene lugar en un futuro en el que los reality shows han degenerado de tal forma que lo que buscan es la muerte del concursante.
El programa de más éxito es “El fugitivo”, en el que el concursante es perseguido hasta la muerte por unos cazadores, y cuanto más tiempo sobreviva más dinero ganará. Asímismo, si el concursante mata a algún cazador también ganará dinero, y si sobrevive todo un mes recibirá la friolera de mil millones de dólares, aunque todo aquel que lo vea puede o bien ayudarle o informar a la Cadena, y si lo atrapan recibirá su recompensa. Ningún concursante ha durado más de una semana.
La hija de Ben Richards está muy enferma y Ben no tiene dinero para comprarle medicinas, así que toma la drástica decisión de presentarse a las pruebas de la Cadena, y allí lo consideran el candidato perfecto para “El fugitivo”.

Personalmente me gustan mucho esas novelas de ciencia-ficción en las que se critica duramente la sociedad en que vivimos, historias distópicas en las que la gente carece de derechos y privilegios y el libre pensamiento está prohibido. Este libro me gusta especialmente porque aquí King se mete con la caja tonta. Con el paso del tiempo los programas televisivos han ido degenerando cada vez más (los peores son los japoneses, que se centran en la humillación y sufrimiento del concursante); no sé qué puede tener de interesante ver a unos famosillos en una isla, o tirándose de un trampolín, o vendiendo sus miserias a los cuatro vientos. Stephen King simplemente lo lleva al extremo y el resultado es inmejorable. El libro tiene unas 300 páginas y se leen casi sin darse uno cuenta. En concreto me gusta el principio, cuando conocemos la situación personal de Ben Richards y la sociedad decadente en la que le ha tocado vivir, y las diferentes pruebas a las que lo someten en la Cadena. El final es brusco e inesperado, pero si lo piensas un poco no cabía otro posible.
En definitiva, un buen libro que te hace reflexionar sobre hasta dónde está dispuesta a llegar la gente por dinero. Visto lo visto, no creo que King anduviera muy desencaminado.

viernes, 13 de junio de 2014

Carretera maldita, de Stephen King (Richard Bachman)


Tengo que decir que la primera vez que leí este libro no me gustó. Estaba acostumbrado a los libros de terror de King, incluso a los de fantasía y ciencia-ficción, pero este me pareció demasiado realista, algo atípico en su obra. Pero ahora que he vuelto a leerlo he cambiado de opinión (suele pasarme con las segundas lecturas). Se me ha pasado volando y me ha gustado tanto precisamente por ese realismo que la primera vez no me gustó, porque lo que le pasa al protagonista podría pasarle a cualquier hijo de vecino, y más en los tiempos actuales.
Imagina que van a construir una autopista y que tu casa está en medio, y te dicen que tienes que irte a otra parte. O bien aceptas el dinero que te dan por ella y recoges tus bártulos y te trasladas, o bien te niegas a irte y te atrincheras en tu casa armado hasta los dientes. Pues esto es lo que le pasa a Barton Dawes. Tiene que abandonar su casa de toda la vida a causa de esa autopista, pero él se niega a hacerlo, aunque le hace creer a su mujer que está buscando casa, pero ninguna es de su gusto o son demasiado caras. 

Con su empresa pasa igual. Dawes es director de una lavandería industrial que se encuentra en el camino de la autopista y tiene que encontrar otra nave adonde trasladarse antes de que venza el plazo límite, y al igual que con su mujer les dice a sus jefes que el dueño de la nave que querían ha ampliado el plazo para darle una respuesta, cosa que no es cierta, y claro, cuando vence el plazo se quedan sin la nave y eso tiene terribles consecuencias tanto para la lavandería como para el propio Barton, y a partir de ese momento todo va cuesta abajo para él, hasta el punto de que no hay otro final posible más que el del libro.
La postura de Barton a lo largo del libro se debe, al menos en parte, a la muerte de su hijo a causa de un tumor cerebral. Su casa es como un altar a la memoria de su hijo y abandonarla es como si se meara en su tumba, así que cuando le dijeron que iban a derribarla, mentalmente decidió que ya le daba igual lo que le pasara de ahí en adelante, y por eso hace todo lo que hace. 

Personalmente entiendo su postura. Tu casa es tuya, has construido tu vida en torno a ella y nadie puede obligarte a renunciar a ella. Lo que no me parece tan bien es que se juegue el futuro de sus empleados como si no tuviera importancia. Ahí no actuó correctamente.
En resumen, es un libro muy ameno y de fácil lectura que describe una dramática situación que podría pasarle a cualquiera y que contiene una triste moraleja: no se puede luchar contra el sistema.

jueves, 24 de abril de 2014

La Larga Marcha, de Stephen King (Richard Bachman) (¡pequeño spoiler sobre el final, atención!)

Aparentemente la novela transcurre en un mundo similar al nuestro, aunque algunos detalles nos hacen pensar en algún tipo de estado policial; todo aquel que habla mal del Comandante y/o de la Larga Marcha “desaparece” de noche y no se le vuelve a ver. Aquí el acontecimiento que paraliza la nación no es la Superbowl sino la Larga Marcha. Es una especie de Maratón en la que participan jóvenes de menos de 18 años y tienen que recorrer buena parte del estado de Maine, al menos 500 y pico kilómetros. Las normas son sencillas. Puedes ir corriendo o andando, siempre que no bajes de los 6,5 km/h, pero a partir de que empiezas ya no puedes detenerte en ningún momento, ni para dormir, ni para hacer tus necesidades, ni si te da un calambre o tropiezas. No hay excusa que valga. Si por cualquiera razón bajas de los 6,5 km/h te dan un aviso; tras el tercero te vuelan la cabeza, así de simple. Aunque los avisos pueden ser borrados si estás una hora sin recibir ningún otro (es una hora por cada aviso). Solo uno será el ganador, todos los demás caerán por el camino, y éste conseguirá, aparte de una cuantiosa suma económica, aquello que más desea en el mundo. 

Nosotros nos enteramos de todo esto a través de los ojos del protagonista, Ray Garraty, un chico de Maine cuyo padre “desapareció” tras hablar mal de la Larga Marcha y que participa en ella pese a la insistencia de su madre en todo momento de que no lo haga, que cambie de opinión (cosa que no hace). Ray se hace amigo de unos chicos que como él esperan a que se les asigne un número y cuando comienza la Larga Marcha van todos en el mismo grupo, hablando de sus cosas, conociéndose, hablando de sus motivaciones para participar en ella, ayudándose entre ellos cuando los ánimos flaquean y alguno decide arrojar la toalla, y contando anécdotas de otras Marchas, de participantes que se quedaron congelados en el sitio y recibieron los tres avisos seguidos y de otros que trataron de huir, inútilmente. Pero al final solo puede haber un ganador, así que los que aún siguen en pie en el tramo final deciden ir cada uno a lo suyo y dejar de ayudarse.
Me leí este libro hace años, pero entonces el final no lo entendí muy bien, me pareció muy abstracto y nada claro. He vuelto a leerlo ahora porque decidí leerme de nuevo todos los libros de “Richard Bachman”, y de paso ver si con una segunda lectura lo entendía mejor. Les pregunté a algunos colegas que se habían leído el libro qué habían entendido ellos, y la mayoría llegó a la misma conclusión, la misma a la que esta vez también he llegado yo; que el ganador, pese a llegar extenuado a la meta, aún saca fuerzas para seguir corriendo y un poco más adelante me imagino que acabará desplomándose y muriendo de puro agotamiento. 

Finales aparte, el libro me ha gustado mucho. Los libros de Bachman me gustan especialmente porque suelen hacer mucha crítica social. En “Rabia” un chico mata a su profesora y secuestra a sus compañeros de clase, y se dedican el tiempo a hablar de lo mal que está la sociedad, de sus problemas y tal, y al final, todos menos uno, se ponen de su parte. “El fugitivo” trata de un reality show en el que los concursantes se juegan literalmente la vida, y este libro es muy similar, porque solo uno de los 100 llegará con vida a la meta. Además no hay tanta libertad como nos quieren hacer creer; el Comandante y sus soldados son los que establecen la ley, y el que los critica o a la Larga Marcha, adiós muy buenas.
Una cosa que destaca mucho en el libro es la reacción de la gente ante el paso de los corredores. Amontonados tras las barreras, con pancartas, vitoreando a sus corredores favoritos (sobretodo a Ray, que es el único de Maine) y deseando tocarlos o besarlos, pero sobretodo ver cómo éstos son despachados por su culpa, por hacerles parar, y son salpicados con su sangre. Así es como “Richard Bachman” nos muestra la verdadera naturaleza del ser humano, ese morbo por ver cómo quitan una vida delante de ti, y lo cierto es que resulta bastante chocante.
Y qué decir de la intransigencia de los vigilantes, que no dejan pasar una. Menuda frialdad. ¿Tienes un calambre o una piedra en el zapato? Búscate la vida. Qué cabrones. Pero todos estos ingredientes convierten a éste en un muy buen libro, de fácil lectura y muy ameno, tan fácil que te enganche como cualquiera de sus mejores libros. Además hay que reconocerle su mérito a Bachman, porque escribir un libro de 300 y pico páginas sobre unos tipos que van corriendo o andando a un buen ritmo todo el tiempo no parece cosa fácil. Sería interesante que hicieran la película, ahora que están tan de moda este tipo de historias.

martes, 4 de marzo de 2014

Rabia, de Stephen King (Richard Bachman)

En el documental “Stephen King: Un resplandor en la oscuridad”, de 1998, el autor de Maine nos contaba que en la taquilla de uno de esos chicos que se lió a tiros en su instituto matando a compañeros y profesores por igual, encontraron un ejemplar de este libro, que precisamente trata sobre eso, un chaval que mata a su profesora y secuestra a sus compañeros de clase, así que ante la polémica causada decidió retirarlo del mercado. Saberlo me jodió bastante porque pensé que me iba a quedar sin leerlo, pero por suerte esa medida solo afectó a Estados Unidos, cuando entré en una librería de mi pueblo. Allí estaba, y no tardé ni un segundo en abalanzarme sobre él (esta mi primera vez fue con la edición roja de bolsillo de Plaza & Janés, luego, cuando me pillé la colección de Orbis-Fabbri, la del lomo dorado, lo vendí porque no me gusta tener los libros repetidos).

De los que King publicó bajo seudónimo (publicó 7, aunque los dos últimos ya hacía años que se sabía que él era Richard Bachman; lo hizo para seguir con la broma), el de “Rabia” es sin duda mi favorito, seguido muy de cerca de “Blaze”. Me encanta porque da rienda suelta al oscuro deseo de todo adolescente: volarle la cabeza al profesor que peor te cae. Yo tenía un profesor que era un auténtico cabrón, y en 4 años solo pude aprobar dos exámenes, y eso que yo era el típico chapón. Total de nada me sirvió. La de veces que me entraban ganas de rallarle el coche o romperle un faro. Ayy... Bueno, a lo que vamos.

No llega a decirse, pero está claro que Charles Decker tiene algún problema mental, esquizofrenia o algún tipo de psicosis, porque en ningún momento nos da una razón para hacer lo que hace, simplemente porque le sale de ahí. Lo que sí sabemos de Charlie es que hace un tiempo agredió a uno de sus profesores con una llave inglesa, enviándolo al hospital, y a él lo expulsaron y lo obligaron a ir al loquero, y también tuvo que vérselas con el cinturón de su padre, y cogió fama de loco en el instituto. Ahora, el director decide enviarlo a un centro especial, así que Charlie va a su taquilla, saca la pistola de su padre que hace un mes que lleva a clase, le vuela la cabeza a su profesora de álgebra y retiene a sus compañeros de clase a punto de pistola. Y mientras empieza a aparecer la policía y tanto el director y el psicólogo tratan de razonar con él y averiguar qué es lo que quiere, Charlie se dedica a hablar con sus compañeros para pasar el ratp, porque lo cierto es que en realidad no quiere nada; lo que ha hecho lo hizo porque le dio por ahí, y no tiene ni idea de cómo acabará todo esto. Para que mantengan la calma Charlie va hablándoles de su vida, sus padres, alguna anécdota de su infancia, etc, haciéndoles ver así su forma de ser, o bien intercediendo entre ellos cuando surge algún conflicto.

Lo más sorprendente del libro es que todos sus compañeros, menos uno, se ponen de su parte, y esto te da una sensación de surrealismo difícil de creer; aquí se lleva el Síndrome de Estocolmo a un nuevo nivel.
En algunas ocasiones no puedes evitar sentir cierta lástima por Charlie, ante las cosas por las que ha tenido que pasar, pero eso no es excusa para liarse a tiros ni retener a una veintena de personas. Charlie es un desquiciado y no hay más vueltas que darle. Y luego también está lo de Ted Jones, que me parece muy fuerte. Es verdad que no cae bien, pero no se merece lo que le pasa y tamoco tiene razón de ser. Quien sí se lo merece es el propio Charlie.
En resumen, un libro muy entretenido, muy ágil y que se lee enseguida. El próximo, “La larga marcha”.

martes, 7 de enero de 2014

Desafío de lectura 2014: Richard Bachman



Stephen King siempre fue un escritor muy prolífico, así que para no saturar el mercado escribió varios libros bajo el seudónimo de Richard Bachman. Pasaron un poco de puntillas pero al final se descubrió que era él y entonces esos libros subieron como la espuma. Los libros son 7 (los dos últimos publicados muchos años después de saberse que él era Richard Bachman, una forma de King de seguir con la coña) y he decidido volver a leerlos este año, cronológicamente. Si te animas ya sabes. 

1. Rabia
7.  Blaze