Este libro de Jordi Sierra i Fabra,
pese a ser una novela juvenil, toca un tema bastante duro, como es el
terrorismo y sus consecuencias, tanto para los familiares de las
víctimas como para los que están al otro extremo.
La acción transcurre en un pequeño
pueblo del País Vasco. Tetxu es un adolescente muy reservado que se
ha hecho a la fuerza una coraza para apartarse de la gente, a causa
de un gran peso que carga sobre sus hombros. Su padre, un etarra,
asesinó hace diez años a un hombre inocente al que había
confundido con otro. Ni él ni su madre sabían nada, y descubrieron
esa otra cara suya al mismo tiempo que el resto del pueblo, viendo la
noticia por televisión. Su padre desapareció y desde entonces no lo
volvieron a ver. Ellos se quedaron en el pueblo, y Tetxu ha tenido
que arrastrar el estigma de “hijo de etarra” desde entonces. Por
eso no tiene ningún amigo y mucha gente en el pueblo lo mira con
mala cara. Lo único que le hace seguir adelante es su pasión por
Led Zeppelin y su novia Ainhoa, con la que tiene que salir en secreto
porque sus padres lo lo ven con buena cara.
Entonces llega al pueblo un chico
llamado Carlos, que no tiene a nadie y que es tan reservado como él.
A Carlos también le gusta Led Zeppelin y ambos conectan enseguida.
Carlos se convierte en alguien al que puede llamar “amigo”, y es
el primero con el que se abre, contándole todo lo de su padre. Pero
Carlos también guarda un secreto, uno importante, y Tetxu no lo
descubrirá hasta las últimas páginas, y eso lo cambiará todo.
El libro me ha gustado. Son apenas 190
páginas que se leen enseguida, sus capítulos son cortos y su ritmo
muy ágil, además tiene ese giro al final que no te esperas. Lo
único es que me parece un tema un poco delicado para ser un libro
destinado a chavales de 12 años. Aún así es una buena lectura.
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