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jueves, 3 de diciembre de 2015

La tierra de las cuevas pintadas, de Jean Auel

Ayla y Jondalar se unieron en la última Reunión Estival de Verano de los Zelandonii y han tenido una hija a la que han llamado Jonayla. Para Ayla formar una familia con Jondalar era su máxima aspiración, pero la Primera Entre las que Sirven a la Madre no ha pasado por alto el asombroso control que ejerce sobre los animales ni su gran habilidad como curandera, y le propone que se convierta en su acólita. A Ayla no le interesa unirse a la Zelandonia, solo quiere criar a su hija con Jondalar, pero no puede negar que posee un poderoso don y solo los miembros de la Zelandonia pueden ejercer de curanderos, así que acaba aceptando.
Ayla trata de repartir su tiempo entre Jondalar y su hija y su aprendizaje, pero éste le requiere mucha dedicación y hay periodos de tiempo en los que tiene que estar lejos de casa y en aislamiento, y su relación con Jondalar acaba resintiéndose.


Por fin el último libro de la serie terminado. El periplo ha sido largo. Como solo me quedaba este por leer decidí volver a leer la serie desde el principio, para refrescar bien la memoria y saber quién es quién (si lo hubiera leído directamente no me habría enterado de la misa la mitad) y ha sido una experiencia ardua, porque algunos libros eran muy lentos y pesados y su lectura se hizo muy cuesta arriba, y también tuve que leer partes que la primera vez no me gustaron nada, pero saltármelas era algo que simplemente no podía hacer (como digo yo, los bordes también forman parte de la empanada y hay que comerlos por muy duros que estén). Al menos ahora ya puedo decir que me la he leído entera.


Este último libro es el más extenso de todos, casi 900 páginas, pero no por ellos es el mejor. Jean Auel comete aquí los mismos errores que en libros anteriores. Repite por enésima vez partes de la historia de Ayla, su vida con el Clan y luego con Jondalar, cómo aprendió a cazar, su convivencia con los Mamutoi, etc, y esto abarca muchas páginas y se hace cansino. Entre este y el anterior libro pasaron tranquilamente 10 años y así refresca la memoria del lector, pero si te los lees todos en el mismo año como he hecho yo, es un punto en contra.

Luego también le dedica un montón de páginas a la Gira de la Donier de Ayla (como acólita debe visitar todas las cuevas sagradas de los Zelandonii y contemplar los dibujos de sus paredes hechos por los Antiguos). Es muy interesante porque estas cuevas aún existen hoy día y pueden verse sus pinturas, pero con una o dos cuevas es más que suficiente. No hace falta que nos describa las pinturas de todas y cada una de las cuevas. Es algo repetitivo. Pero lo que no me gustó nada fue tener que tragarme el culebrón de las últimas 200 páginas. ¿A qué viene esto? Con lo bien que iba todo y tiene que venir Jean Auel a estropearlo con esto. Es como si no supiera cómo continuar y optara por el recurso más facilón. Ya tuve bastante de esto en el tercer libro, gracias, si quisiera novela rosa leería a Danielle Steele.
Sin todo esto el libro abarcaría unas 500-600 páginas, calculo yo, más o menos como los primeros libros, y habría sido más llevadero.

Una cosa que me ha cabreado mucho es que a este ejemplar le faltan 40 páginas, de la 200 a la 240. tras la 200 vuelve a repetir las 40 anteriores y al llegar de nuevo a la 200 pasa directamente a la 240, como si no faltara nada, y claro, empieza en mitad de un capítulo y te quedas bastante perdido. Esto mismo me pasó con el de “Acoso” de Michael Crichton, y fastidia mucho porque luego no te enteras. Claro que en cierto punto la historia da un salto de 4 años y ya no tiene importancia, pero está ahí.

En fin, ya puedo respirar tranquilo. Ahora a otra cosa. 

1 comentario:

  1. Leí hace bastantes años parte de esta saga (creo que me quedé en el quinto) y la dejé por aburrimiento. Ahora, tras leer tu reseña, me temo que de este también pasaré, porque parece que es bastante repetitivo por lo que cuentas.

    Un beso.

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