Harry Bosch recibe una llamada en mitad de la noche. Se ha encontrado un cadáver con dos tiros en la nuca en el observatorio sobre la presa de Mulholland.
Lo que en un principio parecía un caso de homicidio pasa a convertirse en una posible amenaza de terrorismo cuando se descubre que la víctima, Stanley Kent, tenía acceso a material radiactivo y que fue coaccionado a robar varias cápsulas de cesio, material necesario para fabricar una bomba sucia.
Comienza entonces una operación contrarreloj entre el Departamento de Policía y el FBI para hallar el cesio y a los terroristas antes de que sea demasiado tarde.
Opinión
A pesar de su brevedad (apenas 200 páginas) este es uno de los libros más intensos y absorbentes de la serie de Harry Bosch. Empieza como un caso más de homicidio y a las pocas páginas pasa a convertirse en un caso de terrorirsmo, y el FBI aparece para hacerse cargo de la situación. Al principio todo es cordialidad y colaboran con la policía, concretamente con Harry Bosch, codo con codo, informándole de sus avances y tal, pero a la mínima oportunidad le dan la patada y lo dejan fuera, quedándose con los testigos y las pruebas encontradas en la escena del crimen. Si ya el FBI no es ahora mismo santo de mi devoción, al leer el libro me hervía la sangre. Panda de cabrones prepotentes... Harry, que ya tiene una diltada experiencia con los federales, se lo ve venir, y lleva a cabo algunas acciones que irritan bastante al FBI, no quedándoles más remedio que incluirlo en la investigación (a Harry no le quita un caso ni Dios).
El libro transpira tensión a cada momento y no hay un minuto de descanso. La trama recuerda mucho a la serie “24”, por la trama terrorista, la tensión y que todo ocurre en 12 horas. Por no hablar de Harry Bosch, que tiene mucho de Jack Bauer. En las últimas 40 páginas se produce un espectacular giro de 180º que te deja sin aliento. Ni en un millón de años me habría imaginado algo así. Me quito el sombrero imaginario ante Michael Connelly. Durante todo el libro nos lleva por un camino y luego, ¡boom!, suelta la bomba. Simplemente asombroso.
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