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jueves, 11 de diciembre de 2014

Fuego blanco, de Douglas Peston y Lincoln Child

Roaring Fork es un pueblo de montaña conocido por su exclusiva estación de esquí, pero hace 150 años era un pueblo minero. En aquel entonces un oso grizzly mató y devoró a once mineros y el caso llamó la atención del mismo Arthur Conan Doyle. En la actualidad planean construír un gran balneario donde se encuentra el cementerio y por eso los esqueletos y restos óseos que había allí enterrados se han trasladado temporalmente a un almacén. Para Corrie Swanson esta es una oportunidad única sobre la que escribir su tesis de Criminología, y se traslada a Roaring Fork con la esperanza de que le permitan examinar los restos. De entrada el jefe de policía Morris le da el visto bueno, pero al día siguiente todo cambia y le ponen un montón de trabas, prohibiéndole que se acerque a los restos. Afortunadamente, el agente Pendergast aparece de improviso con los permisos necesarios para que pueda examinar los huesos, y Corrie se pone manos a la obra. Corrie descubre que en realidad los mineros no fueron asesinados por un oso, sino por unos caníbales, y decide quedarse a descubrir la identidad de los asesinos, pero a alguien no le gusta que escarbe en el pasado e intenta asesinarla. Pese a ello, Corrie está más convencida que nunca de descubrir toda la verdad.
Por su parte Pendergast viaja a Londres en busca del relato perdido de Sherlock Holmes que Doyle escribió inspirado por el asesinato de los mineros, tan truculento que nunca se publicó, pues cree que puede contener pistas que ayuden a esclarecer el misterio.
Mientras tanto, un pirómano empieza a actuar en Roaring Fork, quemando casas con las familias en su interior. Tras el segundo incendio empieza a cundir el pánico entre los habitantes del pueblo, y el jefe Morris le pide a Pendergast que le ayude a atraparlo antes de que vuelva a repetirse.

De entrada pensaba que este libro no sería tan bueno como los otros de Pendergast, ya que la principal protagonista es Corrie Swanson y Pendergast aparece más bien en un papel secundario, pero es igual de intenso, ágil y absorbente que el resto de libros de este dúo de escritores. Me encanta que relacionen a Arthur Conan Doyle con la trama, y Preston y Child hacen un gran trabajo con ese supuesto relato perdido de Sherlock Holmes. Imitan tan bien el estilo y la prosa de Doyle que cualquiera diría que no está escrito por él, y es tan bueno como cualquiera de sus relatos.

En conclusión, es un muy buen libro, tanto para los fans de Pendergast como para los de Holmes. 

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