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viernes, 5 de diciembre de 2014

Legado, de Christopher Paolini (¡Ojo Spoilers)!

Y finalmente el último libro de la saga.
Los vardenos han pasado a la ofensiva y han comenzado a reconquistar las ciudades en manos del Imperio más próximas a Surda. Tras tomar Feinster, se hacen con Belatona y posteriormente Aroughs, que opone más resistencia que las otras ciudades, pero que cae igualmente. El plan de la reina Nasuada, líder de los vardenos, es ir reconquistando todas las ciudades del Imperio en su camino hacia el norte, pasar luego a Dras-Leona, la primera ciudad importante del Imperio y finalmente dirigirse a Urû-Baen, la capital del Imperio, donde está atrincherado el rey Galbatorix. Pero Dras-Leona supone el primer contratiempo serio en la campaña de los vardenos. La ciudad está protegida por un alto muro de piedra inexpugnable, pero lo peor de todo es que allí se encuentran Murtagh, el Jinete de Dragón de Galbatorix, con su dragón Espina, que les advierte de que si se acercan demasiado acabará con todos ellos. Eragon sabe que un ataque directo está abocado al fracaso, pues Murtagh es demasiado poderoso y en su último enfrentamiento lo derrotó por los pelos, y como mientras esté allí no pueden hacer nada, deciden posponer el ataque hasta encontrar una forma de eludirlo, pero saben que no tienen demasiado tiempo, porque Galbatorix podría enviar a sus tropas en cualquier momento.

Tras varios días en un punto muerto, Eragon y sus compañeros consiguen llevar a cabo un arriesgado plan que les permite hacerse finalmente con la ciudad y Murtagh no puede hacer nada para evitarlo, sin embargo la alegría de la victoria pronto se convierte en la peor de las noticias cuando, durante la noche, Murtagh rapta a Nasuada. Ella era la que impulsaba a los vardenos a seguir luchando y al saberse la noticia de su rapto empieza a cundir el desánimo entre ellos. En caso de que a ella le sucediera algo, dejó estipulado que Eragon se convirtiera en el nuevo líder de los vardenos y los guiara hacia la victoria, y tras reunirse éste con los reyes de las razas aliadas con los vardenos decide que todos continúen con el plan inicial y se dirijan hacia Urû-Baen.

Mientras todos van hacia la capital, Eragon parte hacia Vroengard, antaño hogar de los Jinetes de Dragón, en busca de la Cripta de las Almas, en la que, según una profecía, hay algo que lo ayudará a derrotar a Galbatorix. Una vez logrado su objetivo se traslada rápidamente a Urû-Baen con aquello que ha encontrado en la Cripta de las Almas, uniéndose al ejército de vardenos antes de que comience el ataque a la ciudad. Eragon les expone a sus compañeros su arriesgado plan sobre cómo llevar a cabo el ataque a Urû-Baen, y mientras los soldados del Imperio están distraídos luchando con el grueso del ejército vardeno, Eragon, junto a Saphira, Arya y su escolta personal de elfos magos, se adentran en el castillo fortificado de Galbatorix para enfrentarse finalmente a él.

Este libro me ha parecido un final más que adecuado para la saga. Es verdad que le sobran bastantes de sus 800 páginas y hay algún que otro Deux Ex Machina que me despiertan ciertas dudas, pero en general he quedado satisfecho. Tras el enfrentamiento final con Galbatorix el libro aún sigue durante otras 100 páginas en las que se toman las decisiones acerca del futuro de Alagäesia y si bien el final no es del todo cerrado, sí es esperanzador: se nombra un nuevo rey, se crea una alianza entre todas las razas y suge una nueva Era de los Jinetes. En lo que respecta a Eragon, la decisión que toma es triste, pero comprensible y no cabría otra posible, al menos así lo veo yo. De todas formas Christopher Paolini ha dicho que seguramente acabará escribiendo algún libro más ambientado en Alagäesia, así que puede que sepamos lo que ocurre después de “Legado”. Esperemos que no le tome demasiado tiempo.



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