Buscar este blog

miércoles, 27 de mayo de 2015

La pesadilla electoral

Por primera vez en mi vida me tocó estar en la mesa electoral (de presidente, para más colmo) de mi barrio el 24 de mayo y como si te niegas te pueden enviar a la cárcel, de 3 meses hasta dos años, pues tuve que joderme. El día anterior tuvo lugar una reunión en el Ayuntamiento solo para los presidentes, donde se nos explicó todo el proceso, los distintos documentos a cubrir, preguntas para resolver las dudas, etc. La reunión me dejó la cabeza como un bombo y con muchas más dudas que al principio, muy preocupado porque pensaba que con tanto lío de papeles la iba a cagar, y por la tarde volví a leerme el librito y a repasar todos los documentos.

Por la noche no fui capaz de pegar ojo. Me desperté a las cuatro de la mañana sudando como un cerdo y desde ese momento hasta las 7:30, cuando me levanté para prepararme para ir al colegio (la apertura era a las 8) me resultó imposible dormir, de tan nervioso que estaba, pensando todo el tiempo que me iba a hacer un lío, que no sabría rellenar las diferentes actas y mirando el reloj cada pocos minutos, pero al final resulta que no era para tanto. El día fue bastante tranquilo, durante las primeras horas la gente fue apareciendo con cuentagotas, y aunque en algunos momentos se juntaron hasta 7-8 personas (antes y después de la hora de comer y en la sobremesa) se llevó bien. El lío se formó tras el recuento de votos, porque el número de votos que había en la urna no coincidía con el número de votantes de la lista.

Sabráas, y si no te lo digo yo, que uno de los vocales tiene que ir anotando el nombre de todos los que van a votar y numerarlos. Pues resulta que el tío que lo estaba haciendo fue saltándose números sin darse cuenta (cuando me tocó a mí también me salté alguno, jeje) y la diferencia entre los votos que había en la urna y los de la lista llegó a 13 nada menos. Así que hubo que repasarla desde el principio (¡hasta 350!) y como estaba a boli tocó usar el typex e ir corrigiendo sobre la marcha. Y claro, también hubo que corregir las actas y volver a firmar todo de nuevo. Pero la mayor cagada fue la mía, que se me olvidó meter en la urna los votos por correo y cuando me di cuenta ya se habían enviado los resultados y tuve que llamar al delegado para explicárselo todo. O sea, una movida de la hostia.

Total, que estuve liado hasta las 22:30 de la noche. Ey, pero tuvo su recompensa, 60 euracos (nótese el sarcasmo). Por 14 horas. Qué cabrones, ya podían soltar un poco más de pasta. Espero que se olviden de mí para las autonómicas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario