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miércoles, 25 de mayo de 2016

Port Mortuary, de Patricia Cornwell

La doctora Scarpetta debe investigar la muerte de un hombre cerca de su propia casa, que se desplomó cuando paseaba a su perro por el parque. Aparentemente el fallecido sufrió una arritmia, pero utilizando la última tecnología en escáneres tridimensionales Scarpetta descubre que sus órganos están totalmente destrozados, como si hubiera estado expuesto a algún tipo de radiación.
Por su parte Benton Wesley también tiene entre manos un caso difícil. Johnny Donahue, un estudiante de Harvard y paciente de su hospital psiquiátrico, que sufre Asperger, ha confesado haber matado a un niño de seis años con una pistola de clavos, pero Benton cree que la confesión es falsa.

Es agradable comprobar que después de 16 libros Patricia Cornwell aún consigue sorprender al lector. Durante la mayor parte del libro todas las pistas apuntan a un mismo sospechoso de ser el asesino (algo que personalmente no me agrada por ser quien es), pero en los últimos capítulos se produce un giro inesperado en la investigación que no te podías imaginar y esas sospechas iniciales reciben su explicación, aunque ese primer sospechoso tampoco es que quede exonerado del todo (algo que me entristece).

Como los libros anteriores este es de fácil lectura y una vez que te sumerges en él se te pasa volando.  

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