Este es mi clásico favorito de todos los tiempos y hacía años que me moría por leerlo.
Hace unos años regalaron un ejemplar con el periódico y yo me lo leí, tan contento. Tiempo después descubrí que el libro tenía en realidad unas 1200 páginas (el que yo me leí tenía 200) y claro, me sentí estafado. Me da igual que el libro sea de 200, 600 o 4000 páginas, siempre que el texto sea el 100% del original. Por una de esas agradables casualidades de la vida conseguí un ejemplar totalmente gratuito, pero cuando vi que sólo eran 700 y pico páginas sonaron las alarmas en mi cabeza. Pensé que volvía a ser otra versión resumida, pero no fue así. Lo comparé con ejemplar de 1200 páginas que hay en mi biblioteca, y vi aliviado que no faltaba nada. Simplemente son las 1200 páginas apretadas en 700 y pico, con letra pequeña.
He tardado alrededor de un mes y medio en acabar el libro (¡jamás había tardado tanto!), pero hay que tener en cuenta que es un libro de época (publicado en 1844) y está escrito como era habitual por aquel entonces. Tiene partes que son bastante pesadas y difíciles de leer (había días en los que no conseguía leer más de 30-40 páginas, de hecho era lo máximo que me leía al día) pero en general me ha gustado mucho, tal y como me esperaba. Me ha llevado más tiempo de lo que me suele llevar un libro de esta envergadura, pero ha valido la pena.
La isla de Montecristo existe realmente, aunque las descripciones del libro no coinciden con la topogragía real. Es un pequeño islote (4,08 km²) perteneciente a Italia que forma parte del archipiélago Toscano. Está situado entre Córcega y la Italia continental, al sur de Elba y al oeste de Giglio. La isla está catalogada como reserva natural de caza y sólo es accesible en una embarcación privada y con permiso. No hay construcciones en ella salvo las ruinas de un monasterio del siglo XIII destruido por piratas en 1553.
También exisitió un Conde de Montecristo. Jean-Paul Bendit,(1751-1785) fue un noble francés que, en 1789, defendió los principios de la Revolución. Colaboró notablemente en la redacción de la Constitución de 1791, y fue detenido en 1792 acusado de traición. Al no haber pruebas, fue puesto en libertad y asesinado posteriormente con ácido sulfúrico bajo el pretexto de una limpieza bucal, un método frecuente en la época.
Un día, Alejandro Dumas planeó un viaje de caza con el sobrino de Napoleón en la isla, pero al saber que tendría que estar en cuarentena durante un tiempo cambió de opinión y volvió a casa. Dumas decidió usar Montecristo en el título de una novela, pero no tenía argumento para ella. Entonces recordó la historia real que encontró en las memorias de un hombre llamado Jacques Peuchet. Un zapatero llamado François Picaud que vivía en París en 1807, se comprometió con una mujer rica, pero cuatro amigos celosos le acusaron falsamente de ser un espía de Inglaterra y fue encarcelado durante siete años. Durante su encarcelamiento, un compañero de prisión moribundo le legó un tesoro escondido en Milán. Cuando Picaud fue liberado en 1814, tomó posesión del tesoro, volvió bajo otro nombre a París y dedicó diez años a trazar su exitosa venganza contra sus antiguos amigos.
La historia es de sobra conocida. Un hombre es encerrado injustamente y tras 14 años consigue huír de la prisión en la que se encontraba. Tras hacerse con una nueva identidad y con los medios necesarios, lleva a cabo su venganza contra los cuatro individuos que lo privaron de su libertad.
Edmundo Dantés es un marinero que sirve a bordo del Faraón. En plena travesía el capitán cae gravemente enfermo y antes de morir le pide a Dantés que pare en la isla de Elba a entregar un paquete. Él así lo hace, y allí el mismo Emperador le da una carta que debe entregar a su regreso. El resto de la travesía Dantés ejerce de capitán, y lo hace tan bien que una vez en tierra, el armador, Morrel, piensa nombrarlo capitán oficialmente. Esto no es visto con buenos ojos por Danglars, el encargado, pues quería ser nombrado capitán. Además no se lleva demasiado bien con Dantés, y entonces, para sacarlo de en medio, urde un plan para acusarlo de bonapartista (su parada en la isla de Elba le viene que ni pintado). Para ello manipula a Fernando Mondego, que también odia a Dantés porque está enamorado de su prometida, Mercedes, y hace que éste escriba una carta al procurador del rey (algo así como un fiscal) acusándolo de ser un agente bonapartista.
Al interrogar a Dantés, el procurador del rey, Villefort, se da cuenta de que es inocente de los cargos y va a dejarlo libre. Y entonces todo se estropea cuando Dantés le dice a quien va dirigida la carta. El destinatario no es otro que el padre de Villefort, un férreo bonapartista. Si esa carta saliera a la luz, sería el fin de su carrera y de su reputación, así que quema la carta y envía a Dantés al Castillo de If, donde lo tendrá encerrado de por vida.
Allí Dantés hace amistad con otro preso, un antiguo abate, que le revela la ubicación de un gran tesoro. Y cuando éste muere Dantés da el cambiazo y es a él a quien arrojan al mar. Llega a la isla de Montecristo, que es donde está escondido el tesoro, y diez años después (¡nada menos!) hace su aparición en la alta sociedad franciesa como el Conde de Montecristo, y empieza a llevar a cabo su plan de venganza.
Lo que me gusta del Conde de Montecristo es que no va en busca de los conspiradores para pegarles un tiro, por ejemplo. No, señor. Él va manejándolo todo muy lentamente. Insinúa una cosa por aquí, manipula una situación por allá, enfrenta a esta persona con aquella otra, hasta que todo culmina en la ruina o muerte de su víctima. Y antes de que esto ocurra, claro está, le dice eso de "¡Yo soy Edmundo Dantés!".
Durante todo el libro el Conde de Montecristo se mueve únicamente por su ansia casi obsesiva de venganza, sin pensar en las víctimas inocentes de sus maquinaciones. Los daños colaterales de uno de sus planes vengativos va más lejos de lo que jamás hubiera pensado, provocando la muerte de un niño inocente, y esto le hace replantearse si lo que está haciendo es lo correcto. Así que al final se redime y le perdona la vida a Danglars, el último de los conspiradores (en vez de eso se limita a arruinarlo).
El final es un poco triste. A diferencia de la miniserie y de la película, que tienen un final feliz (Dantés acaba teniendo una segunda oportunidad con Mercedes), aquí eso no ocurre, porque todo lo que ha hecho Dantés para engarse supone una carga demasiado grande para hacer borrón y cuenta nueva, así que cada uno se va por su lado, aparte de que Dantés tiene a alguien en su vida.
A mí esta novela también me llama muchísimo la atención. Vi la película más reciente y la historia me pareció formidable, impresionante. Sé que seguro le hacen cambios y descartan mil cosas, pero el resultado general es tremendo. Por esos días la dieron mucho en Cinemax, y cada vez que la daban no podía evitar ver de nuevo algún pasaje. :D
ResponderEliminarNo hace mucho en la biblioteca hojeé el libro, pero si extensión me amedrenta un poco. Tal vez algún día lo lea, porque es uno de esos clásicos que hay que leer.
Gran entrada! ;D
escribo desde el estado de sonora, en mexico, esa historia, mi preferida, la tengo en 2 peliculas, la primera con jorge mistral, como edmundo dantes, la segunda, con arturo de cordova, como dantes, y mappy cortez como haydee de janina, esas en español, en ingles, una con jim cavaziel, como el conde de montecristo, y otra en frances, la mas larga, ya que dura 6 horas, con gerard depardiu, como el conde de montecristo, y ornela muti como mercedes, ademas de un libro, esa historia, me encanta. saludos.
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