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lunes, 8 de agosto de 2011

III Encuentro Ecuestre de Moaña

Aunque vivo en un pueblo pequeño (unos 20.000 habitantes) a veces se organizan fiestas, festejos y espectáculos que no tienen nada que envidiar a los de las grandes ciudades. Hay pruebas de Agility (en mi pueblo hay un club de adiestramiento de perros que ha participado a nivel nacional, y un primo mío participó en el torneo que hizo Cuatro en Valencia hará un par de años), exhibiciones de tala de troncos (como hacen en el País Vasco), festivales de música folk donde tocan grupos de Galicia, de Irlanda, Portugal, etc (una vez vino un tipo americano que había tocado con los Blues Brothers, era impresionante verle tocar la batería), festivales de baile, donde vienen grupos de toda Europa e incluso México a mostrarnos las danzas típicas de sus países, doma de caballos y nuestra propia versión local de la famosa Rapa das Bestas. 

Normalmente estos festejos se organizan de forma que no coincidan en las mismas fechas, pero hace dos fines de semana (30-31 de julio) coincidieron hasta tres de ellos: el último día del festival de música folk, un torneo de Agility, puntuable para el Campeonato de España del año que viene y la doma de caballos que mencioné antes. 

Lo del Agility era el sábado de 20:30 a 2:30 de la mañana, y vi como una hora antes de a cenar. La verdad es que a mí esto de los perros me gusta mucho, y es una gozada verlos hacer el circuito perfectamente sincronizados con sus dueños. Después de cenar, a eso de las 23:00 bajé a ver al chico que cerraba el Intercéltico (el festival de música folk), pero no conseguí verle. Lo malo de estos espectáculos es que todo el pueblo se llena de coches y resulta misión imposible encontrar un sitio para aparcar. Estuve casi una hora dando vueltas con el coche, y cuando por fin encontré una plaza, el festival ya había acabado. Así que me tomé unas cañas y pasé a otra cosa. 
Tampoco es algo que me quitara el sueño, porque este año no trajeron a grupos tan importantes como otros años. En realidad este año no iba a hacerse (no hay pasta en el Ayuntamiento) pero al final se hizo a toda prisa. 

Lo de los caballos duraba todo el fin de semana, así que lo estuve viendo toda la tarde del domingo. Menudo espectáculo. El año pasado no pude verlo porque me cogió fuera, pero sí vi el del año anterior, que fue asombroso. Mucho antes de saber que harían el I Encuentro Ecuestre, ese mismo año vi otro espectáculo de doma en Santo Tomé de Piñeiro (Marín- Pontevedra) aunque era más clásica, en la línea de lo que hacen en Andalucía, haciendo que el caballo trotara con las rodillas  muy altas, que se sentara, que inclinara la cabeza y que saludara con la pata.  

Recuerdo a un jinete que era prácticamente ciego, que sólo veía el contorno de las cosas, pero que lo hizo tan bien o mejor que los otros participantes. Fue algo digno de admiración. Pero vamos con el de este año, que es de lo que trata esta entrada. 


En este III Encuentro Ecuestre vinieron jinetes de diversas partes de Galicia y los caballos que participaron eran 100% de pura raza, árabes, españoles e incluso pintos (como el que montaba Viggo Mortensen en "Océanos de fuego"). Todos los caballos eran preciosos. Iban desde el marrón oscuro hasta el blanco más puro, pasando por el gris, el blanco con motas grises hasta el mencionado pinto. El que más me gustó fue uno que era blanco como la nieve, con las crines perfectamente recortadas. De hecho ganó el primer premio de su categoría, y bien merecido, por cierto. 

En las pruebas, el jinete, siempre a pie, y con una correa, hacía correr al caballo a su alrededor, en un sentido, en el otro y a lo largo. Luego, algo que me pareció tremendamente complicado y asombroso, tenía que hacer que el caballo se quedara totalmente quito durante al menos un minuto entero. Realmente impresionante. Era como ver una estatua equina. (Mientras hacía las pruebas, uno de los caballos empezó a cagar, y fue muy divertido). 

Entre prueba y prueba había un pequeño descanso en el que un grupo de jinetes montaba una especie de coreografía a caballo, tan alucinante como las pruebas de doma. Primero trotaban formando un gran círculo, luego se dividían en dos círculos que se juntaban en el centro, luego formaban una hilera por parejas... Así hasta que la prueba siguiente estuviera lista. Fue todo un espectáculo, sobretodo porque algunos jinetes eran niños. 

Por último y para clausurar este III Encuentro Ecuestre se llevó a cabo algo que no se había hecho antes: un partido de horseball. 
El horseball es una mezcla entre rugby y baloncesto, a caballo, por supuesto, y consiste en meter el balón por una enorme canasta vertical. Son tres contra tres y hay que hacer un mínimo de tres pases antes de tirar a canasta. Asímismo los tres jugadores del mismo equipo deben ir siempre en la misma dirección, ya que sino sería falta (como el campo atrás en baloncesto). Esto es lo que pude entender de las reglas, y la verdad es que es bastante divertido. 

Bueno, hasta aquí el III Encuentro Ecuestre de Moaña. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, claro que la de los otros años también lo fue. Os recomiendo que si tenéis oportunidad de ver algo por el estilo aprovechéis la ocasión, os aseguro que no os arrepentiréis.

2 comentarios:

  1. Me gusta todo el tema relacionado con caballos. Y a mis críos aún más.

    jejeje, me hace gracia que digas que con 20.000 habitantes vives en un pueblo pequeño. En Aragón localidades de más de 20.000 se cuentan con los dedos de las dos manos y me sobra algún dedo.

    En mi pueblo somos un poco menos de 250 personas ;)

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  2. Pues este domingo hacen la versión local de la Rapa das Bestas. y ya va por el sexto año.

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