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jueves, 4 de agosto de 2011

Golden Years

Harlan Williams tiene 70 años y trabaja de conserje en una base militar. Allí, en un laboratorio, se produce un fallo durante un experimento y Harlan entra en contacto con una sustancia verde, que hace que empiece a rejuvenecer. Pero nada tan exagerado como Benjamin Button. Se le oscurece el pelo y mejora su vista. Recordemos que estamos en 1991.

Jude Andrews, miembro de una organización llamada "La Tienda" (en realidad la traducen como "El Negocio", pero pronuncian claramente "shop") llega para hacerse cargo de la investigación, y empieza a matar a todos los que conocen el secreto de Harlan.

Terry Spann, que pertenece a Seguridad Nacional y conoce muy bien la forma de actuar de Andrews, decide ayudar a Harlan y a su mujer a huír lejos de Andrews, y los lleva con su hija, que vive en Chicago.


Durante meses estuve buscando esta miniserie sin que me sonriera la Fortuna, buscando por un lado y por otro y pensé que no conseguiría verla jamás, pero al final la conseguí. Y después de todos los problemillas por los que tuve que pasar, resulta que no era para tanto. No me malinterpretéis, se pasa un buen rato, es entretenida y todo eso, pero estaba en la idea de que sería algo tipo Creepshow, que estaría formada por varias historias alguna de las cuales sería la adaptación de algún cuento de King, y nada qué ver.

Es una miniserie de cuatro horas en la línea de "Los Límites de la Realidad", aunque también me recordó a "Ojos de Fuego", pero sin la piroquinesis. De hecho se menciona a "La Tienda" y a John Rainbird, el que va tras los McGee en el libro.
La primera mitad es bastante parada y no hay mucha acción, se dedica a presentar los personajes y la historia, pero en la segunda la cosa cambia. El ritmo es más rápido y la historia se vuelve mucho más interesante. Eso sí, el final no me convence en absoluto. Es como si S.K. hubiera querido zanjarlo a correr, sin pararse a pensar si tenía sentido o no.

Ojo al cameo que hace el propio King, haciendo de conductor de autobús con aquellas enormes gafas suyas.

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