Bien, un nuevo meme calentito recién salido del horno. Hace mucho tiempo que no hago uno, y los que he visto por ahí ya los he hecho. Me alegro de haber encontrado este en los blogs de Sonia y EspecialistaMike, porque la verdad es que tengo un montón de manías y ya iba siendo hora de enumerarlas. Así que, con su permiso, vamos allá.
1. Cada cosa debe estar exactamente como debe estar.
Esta es sin duda mi peor manía, y es que no puedo controlarla. Es superior a mí. Si las cosas no están como a mí me gustan, me agobio un montón y tengo que ponerlas como corresponden. En esto soy un poco Monica Geller, qué le voy a hacer.
El mantel de la mesa no puede tener ninguna arruga (me refiero a arrugas como resultado de que el mantel esté torcido) y tiene que sobresalir la misma distancia de un lado que de otro. Para lavar los platos uso uno de esos estropajos que por un lado son estropajo y por el otro esponja. Pues el estropajo siempre tiene que estar para arriba. Es que sino, ¡está al revés! Esto me parece lo más normal del mundo, digo yo. Luego, los cubiertos. Cuando pongo la mesa, los pongo en el lado derecho, sobre la servilleta, el tenedor a la derecha, y el cuchillo a la izquierda, con el filo hacia afuera. Luego, en mi habitación, la alfombra tiene que estar paralela a la cama, y las zapatillas las pongo sobre esta, en el lado izquierdo, sin que ninguna sobresalga por delante de la otra. Será porque soy zurdo, no sé. Hay alguna más, pero estas son las importantes.
2. Comidas.
Esto yo no lo controlo, sino que es mi cuerpo el que manda. Lo que me pasa con algunas comidas es que, al notarlas en la lengua, se me cierra la garganta y me dan arcadas. No lo puedo remediar. Me encantaría que me gustaran todos los alimentos, pero no hay manera. Esa telilla que aparece en la leche cuando la calientas demasiado, la cebolla (sólo me gusta cruda, si es en guiso, no puedo con ella), jamón, queso, pulpo (debo ser el único gallego al que no le gusta. Concretemos: lo que me da arcadas es la piel, la carne no me sabe a nada). Luego hay otras comidas que si no están hechas como a mí me gusta, tampoco puedo con ellas. El arroz blanco, por ejemplo, tiene que estar húmedo. Si está duro me resulta un suplicio, y tengo que estar alternando arroz-agua-arroz-agua para poder tragarlo.
Para desayunar también tengo mi rutina. Yo desayuno con Nesquik, y si la leche está demasiado caliente espero a que se temple. Le echo cereales, espero, desayuno, y luego vuelvo a echarle cereales. Dos veces, siempre. Si tengo que irme temprano, entonces ya no desayuno, porque me agobio y acabo echando todo fuera.
3. Dormir.
Desde pequeño duermo con la radio encendida, y la tengo así hasta que me despierto por la mañana, porque si la apago ya no duermo. Y además tengo que estar a oscuras completamente. Mi padre duerme con la televisión encendida y una vez, por una boda, tuvimos que dormir en la misma habitación. ¡No dormí nada! Fue como tener una linterna alumbrándome la cara toda la noche. ¡Así no se puede!
4. Libros.
A la hora de leer también tengo mis manías. Si el libro tiene sobrecubierta, se la quito. Por dos razones: al leer la sobrecubierta se mueve arriba y abajo, y yo no soporto que sobresalga ni por encima ni por debajo del libro, me entra la neura, y luego al tocar la sobrecubierta va perdiendo brillo y al final parece que el libro es viejísimo. A mí me gusta cuidar mis libros, y eso no lo soporto. Al igual que no soporto que me doblen las páginas, que se rompan o que las polillas se me las coman (¡ay, no puedo evitar pensar en mi ejemplar en bolsillo de LTO4, cubierto de puntitos y de líneas!). Y el marcapáginas que use no puede sobresalir ni mucho ni poco. Lo adecuado es un centímetro.
Luego me gusta tener los libros de cada autor todos juntos, ordenados cronológicamente. Lo normal, vamos.
5. Ropa.
Me gusta vestir informal, pero en bodas o así no me queda más remedio que ponerme camisa, algo que odio porque me agobia mucho, no me va nada. Y lo peor es que por normas de etiqueta tengo que metérmela por dentro de los pantalones, y eso me sienta como un tiro. A mí me gusta llevarla por fuera, porque mola mucho más. Tengo una camisa negra de manga corta con la cara de la Muerte cubriendo toda la espalda. Esas son las camisas que me molan.
6. Pijos y raperos.
Yo soy heavy, así que a los raperos no puedo ni mirarlos. Pantalones anchos, calzoncillos a la vista, cadenas y la gorra p'atrás y haciendo esos gestitos con la mano. Por Dios, qué asco. Fuí una vez a un concierto, me los encontré, y di media vuelta. ¡Pero si el rap nisiquiera es música!
Y otra cosa son los pijos/as. Es que no puedo soportar esa manera "fisna" de hablar. Es oír el "o sea" ese y reacciono como la niña del exorcista cuando le echan el agua bendita por encima. Es algo superior a mí.
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