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martes, 24 de julio de 2012

Elliot Tomclyde, de Joaquín Londaíz Montiel

“Elliot Tomclyde” fue el primer libro que escribió Joaquín Londaíz Montiel, y con él trató de hacerse un hueco en el mundo de la novela juvenil española. No pudo ser más afortunado. El libro fue un éxito y desde entonces ha escrito su buena docena de libros. Tengo que decir que yo no lo he conocido hasta ahora, y lo he leído solo por curiosidad. Éste y su continuación los tenían en la biblioteca, y como siempre que iba los veía en la estantería, pues al final no pude resistir la tentación (su título en letras grandes blancas no paraba de llamarme), y lo cierto es que me ha gustado mucho. “Elliot Tomclyde” es el primer libro de una serie de cinco y es una especie de versión española de Harry Potter (español por el autor, ya que el personaje es canadiense).

Elliot es un niño de 12 años al que sus padres envían a un campamento de supervivencia en verano. Allí conoce a un extraño anciano, Goryn, al que nadie excepto él puede ver, que le revela que es un hechicero y que él tiene un don mágico. Los humanos no pueden ver a los hechiceros (o elementales) ni a las criaturas mágicas a no ser que ellos quieran, y si Elliot puede verlo es que posee algún tipo de poder.

Los elementales obtienen su poder de los cuatro elementos de la Madre Naturaleza, Fuego, Aire, Agua y Tierra, y para cada elemento hay una escuela, y para saber a qué elemento pertenece Elliot, Goryn se lo lleva al mundo mágico y allí le hacen pasar por una prueba, y la sorpresa viene cuando Elliot no solo domina un elemento, sino los cuatro, algo que nunca antes había pasado. Así que el Consejo de Magos decide que estudie un año en cada escuela, empezando por hiddenwood, la escuela del elemento Tierra. Y eso es lo que hace, después de contarle toda la movida a sus padres.

Así que Elliot empieza a aprender magia, hace amigos e incluso se enamora de una chica, pero como no solo de pan vive el hombre, aquí también hay un mago muy malo, Tánatos, que quiso conquistar el mundo hace más de un siglo, pero un antepasado de Elliot, su tatarabuelo Finías, consiguió encerrarlo en una prisión inexpugnable en el centro de la Tierra. Durante la Fiesta de Florecimiento, unos demonios alados enviados por Tánatos roban la Flor de la Armonía, una flor única en su clase, que solo florece una vez cada 10 años y cuyo néctar es muy poderoso. Así que Elliot y sus amigos tienen que ir a recuperarla al centro de la Tierra, pero solo disponen de 48 horas, ya que tras ese tiempo la Flor de la Armonía empezará a marchitarse y las consecuencias para el equilibrio de la magia serán catastróficas.

El libro es bastante bueno, de ritmo rápido y ágil, y se lee enseguida, claro que siendo para niños de 10-12 años, malo sería que no lo fuera. Eso sí, compararlo con Harry Potter es ir demasiado lejos, y el tal Tánatos no le llega a Voldemort a la suela de los zapatos ( a veces incluso parece algo ridículo). De todas formas me leeré el segundo para ver cómo sigue y tal.

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