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martes, 2 de octubre de 2012

Poesía completa de Walt Whitman, Tomo II

No me gusta la poesía. En el instituto la tenía atravesada. Me costaba mucho entender de qué trataban los poemas que tenía que leerme y no pasaba de una interpretación superficial. Prefiero cien veces la prosa que la poesía, es algo mucho más fácil de entender para mí. Entonces, ¿por qué me he leído semejante tocho de poesía?, te estarás preguntando. Bueno, una razón es que tenía que leerme este año un libro de poesía (en realidad podía elegir entre poesía, un guión o una obra de teatro, pero escogí la poesía porque soy así de masoca), pero el verdadero motivo es "El Club de los Poetas Muertos", una película mítica donde las haya y que no me canso de ver. En la película se mencionan algunos poemas de Walt Whitman (o como dice el señor Keating, el tío Walt), así que cogí este libro para ver si encontraba alguno de esos poemas. Y sí, salen dos, "¡Oh, yo, oh, vida!" y "¡Oh, Capitán, mi Capitán!".

¡Oh, yo, oh, vida!

 ¡Oh, yo!¡oh, vida! De las preguntas que sobre esto me vuelven y vuelven
de las secuelas interminables de los desleales, de las ciudades llenas de torpes, 
de mi yo, que siempre se hace reproches (¿pues quién más torpe que yo y quién más desleal?), 
de los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos viles, de la lucha siempre renovada, 
de los magros resultados de todo, de las multitudes afanosas y sórdidas que en mi torno veo, 
de los años vacíos e inútiles de los demás, con los cuales me confundo, 
la pregunta, ay de mí, tan triste, vuelve y vuelve: ¿De qué sirve todo esto, oh, yo, oh, vida?

Respuesta

Sirve para que sepas que estás aquí; que la vida existe; y la indentidad; 
que el poderoso juego continúa y que puedes contribuír con un verso. 

¡Oh, Capitán, mi Capitán!

¡Oh, Capitán, mi capitán! Ha terminado nuestro terrible viaje. 
El navío ha salvado todos los escollos; el precio que buscábamos ha sido ganado.
El puerto está cercado, oigo las campanas, el pueblo delira
al seguir con los ojos la firme quilla del navío resuelto y temerario. 
Pero ¡oh, corazón, corazón, corazón!
Oh las rojas gotas sangrantes
en la cubierta, donde mi Capitán yace
caído, frío y muerto. 

¡Oh, Capitán, mi Capitán! Levántate a escuchar las campanas. 
Levántate; por ti flamea la bandera; por ti suena el clarín; 
para ti los ramilletes y las coronas con lazos; por ti las multitudes en las orillas. 
La marea humana te reclama, con anhelantes rostros vueltos hacia ti. 
¡Ea, Capitán, padre querido!
¡Mi brazo bajo tu cabeza!
Ha de ser un sueño que en la cubierta
hayas caído, frío y muerto. 

Mi Capitán nada responde. Sus labios están lívidos y quietos. 
Mi padre no siente mi  brazo. Carece de pulso y de voluntad. 
El navío ha anclado sano y salvo. Su jornada ha concluido definitivamente. 
Del tremendo viaje, el victorioso navío llega con su ganado premio. 
¡Exultad, oh, playas, y sonad, oh, campanas!
Pero yo, con fúnebre paso, 
recorro la cubierta donde mi Capitán yace
caído, frío y muerto. 

Los poemas de Whitman son bastante atípicos, sin rima ninguna, y es como estar leyendo la descripción de algún lugar o acontecimiento. Son poemas que hablan sobre la guerra, Lincoln, la muerte, Estados Unidos, la belleza, etc. Son hermosos y de fácil lectura, pero la mitad de las veces no me enteraba de lo que estaba leyendo, simplemente leía p'alante. Es como dije al principio, el tema es fácil de indentificar, pero lo que es el meollo del poema ya es algo totalmente diferente. Tardé una semana y cuando por fin lo acabé respiré aliviado. Aquí os lo prometo, no pienso volver a leer un poema en lo que me queda de vida.

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