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jueves, 22 de mayo de 2014

Through the Never, la jodida película de Metallica, contada paso a paso

Como ya dejé constancia en la otra entrada de esta película, soy heavy desde los 14 años y me encanta Metallica, y la primera vez que la vi casi me da algo, porque es alucinante de principio a fin, todo un puro espectáculo. Cuando paso mucho tiempo sin volver a verla me entra el mono y tengo que verla otra vez, y ya lo he hecho en cinco ocasiones. Me gusta tanto que he decidido escribir esta segunda entrada para contar con pelos y señales todo lo que pasa en la película, así que prepárate que vas a flipar.
La película empieza con un plano aéreo que recorre una ciudad, la noche en la que Metallica va a dar allí su único concierto. La cámara se detiene en el estadio donde tendrá lugar el concierto, mientras por la radio escuchamos que las entradas están agotadas. Un coche destartalado, cubierto de pegatinas de grupos de rock, se detiene en seco frente al estadio, mientras suena “Whiplash” por los altavoces. Su conductor, un gordo fan del grupo, se baja y al ver los carteles que anuncian el concierto de Metallica se pone a flipar allí mismo, saltando y luego subiéndose al capó de su coche, en plan “¡Metallica!¡Hijo de puta!¡Esta noche puedes irte a la mierda, maldito universo!”.

Por su lado pasa un chaval encapuchado en monopatín, nuestro protagonista, que se cae a un charco. El chaval entra por la parte de atrás, pasa por debajo de unos arcos y por donde están descargando unos camiones y llega hasta el párking, donde tiene su furgoneta, tan destartalada como el coche del gordo. Deja en ella sus cosas y se retira la capucha, dejándonos verle la cara por primera vez. Entonces pasa por su lado un Rolls Royce que petardea y echa una gran llama por el tubo de escape, que es conducido por nada menos que James Hetfield, el cantante de Metallica, que lo mira de reojo al pasar por él. El chaval, que no tiene nombre, se dirige a la entrada del backstage, donde está Kirk Hammett, el guitarrista del grupo, enseñándole su guitarra a uno de los técnicos, que está goteando sangre, aparentemente (un efecto que podremos ver durante el concierto). El chaval les enseña su identificación y Kirk le da su visto bueno y le deja pasar.

Recorre un pasillo con amplificadores y otros aparatos a uno y otro lado y los técnicos cargando cosas y conectando cables a toda prisa para que todo esté listo para el concierto. Llega hasta su jefe y le da el paquete que le envió a buscar y éste le dice que se quede cerca, que tal vez lo necesite más tarde. Sigue adelante y pasa por un cuarto donde está Robert Trujillo, el bajista, tocando su bajo en su clásica postura en cuclillas. El cuarto esta lleno hasta arriba de amplificadores y al tocar, las vibraciones desprenden polvo del techo. Luego se cruza con Lars Ulrich, que va acompañado de unos técnicos y luego ambos se dan la vuelta y se miran al mismo tiempo. El chaval sigue hacia el escenario y empieza a escucharse “Ecstasy of Gold”, de “El bueno, el feo y el malo”, que siempre suena en sus conciertos antes de que el grupo salga a escena. Se queda mirando el escenario y a cámara rápida vemos cómo se van llenando las gradas. Las luces se apagan y la gente empieza a flipar y a silbar. Entonces aparece James Hetfield, que empieza a recorrer el pasillo que conduce al escenario y les hace gestos al público, en plan “¿Sentís la magia? ¿Listos para flipar?”. El resto del grupo entra seguidamente, que saluda desde el escenario y los vitorean, y sin perder un instante entran a saco con “Creeping Death”. Durante la canción se nos muestra un primer plano de cada miembro del grupo, tocando cada uno su instrumento: Lars flipando mientras toca la batería y Kirk moviendo rapidísimo los dedos sobre el mástil de su guitarra. Con James y Robert idem.

¡Vamos, hostia!
Durante el estribillo el escenario se llena de sangre, con un efecto de luces espectacular y el grupo invita al público a hacerles los coros. La cámara se desplaza hacia las gradas y allí en las escaleras está nuestro chaval, agitando el puño como los demás. Entonces aparece su jefe, que lo reclama y él lo acompaña a regañadientes. Hay un camión parado en el centro de la ciudad con algo que el grupo necesita para esa misma noche y él tiene que traerlo sin perder un instante. Se dirige hacia su furgoneta y uno de los técnicos le da uun bidón de gasolina, que no tiene mucho sentido ahora pero que luego tendrá su utilidad. Y mientras, la canción sigue.
Regresamos con el chaval, que se sube a la furgoneta y se toma una pastilla azul y roja, lo cual explicaría todo lo que pasa después en la ciudad. Le da unos golpecitos a un arlequín que cuelga del espejo retrovisor y arranca, mientras comienza “For Whom The Bells Dolls”. Aquí atención a la cara de Lars, que parece estar matando a alguien con sus baquetas, y luego a la alucinante guerra de guitarras entre James, Kirk y Robert con su bajo, tocando mientras se mueven en círculos, y luego cada uno regresa a su sitio. Nada más acabar la emprenden con “Fuel”. Vemos el interior del motor de la furgoneta, cómo circula la gasolina y cómo se produce la chispa, y durante los siguientes minutos vamos alternando entre el concierto y el chaval, conduciendo y buscando en un mapa la calle donde se encuentra el camión.

Acaba la canción y la furgoneta se salta un semáforo en rojo y frena en seco en mitad del cruce. Afortunadamente las calles están desiertas. El chaval mira un cartel de neón con la huella de una mano ensangrentada y entonces, ¡zas!, un coche impacta de lleno con él, haciéndole dar dos vueltas de campana. A continuación se produce una escena un tanto surrealista en la que el chaval se cae al agua, pero me imagino que es así como él ve el accidente a causa de la pastilla de antes. En el escenario comienza “Ride the Lightning”. James está cantando, a lo suyo, y entonces el micro se estropea. Se cabrea y lo tira al suelo y les hace gestos a los de sonido para que se encarguen de él y se va a otro de los micros que hay repartidos por todo el escenario. Luego se producen unos efectos especiales bastante guays de descargas eléctricas sobre el escenario, como arcos voltaicos. Después pasamos al chaval, que aún está dentro de la furgoneta boca abajo y regresamos al escenario, donde se producen unas explosiones y ráfagas de ametralladoras. Volvemos con el chaval, que sale tambaleándose de la furgoneta y se acerca al coche, que está vacío. Por la radio hablan de unos disturbios en el centro de la ciudad. El hombre está de pie a unos metros, dándole la espalda. Le dice “¡Hey, hey!” (las únicas palabras que pronuncia en toda la película) y el hombre se vuelve, con la cara ensangrentada, mira algo que lo acojona y sale corriendo en dirección contraria. Suena “One” y el chaval coge el bidón de gasolina y el arlequín y sigue caminando. Pasamos al escenario, que está casi a oscuras y la única luz proviene de unos rayos lásers verdes y luego se producen unas explosiones.

El chaval ve un caballo arrastrando el cadáver de un policía con el pie enganchado en el estribo y luego aparecen como unas 30 personas o así corriendo por la calle, en la misma dirección que el caballo, armados con bates y cadenas, y luego unos coches de policía con la sirena puesta y por último otro coche de policía en llamas. Pasamos al escenario y tras “One” empieza “Memory Remains”. James cambia de guitarra y en el estribillo (na, na, na, na...) el público lo corea. La canción acaba con los coros del público y empieza “Wherever I May Roam”, cuando el chaval llega al centro de la ciudad. Se ven pequeños fuegos por doquier y coches calcinados. A un lado hay como unas 100 personas con la cara cubierta y armados con bates y cadenas, y al otro otros tantos antidisturbios, y a él lo pillan en medio. Los polis empiezan a golpear las porras contra los escudo, siguiendo el ritmo de la canción. La carga comienza mientras suena “Cyanide” y enseguida empiezan a llover piedras y granadas de humo. Entre un bando y el otro la emprenden a hostia limpia, lanzando cócteles Molotov, los perros policía se lanzan contra los alborotadores y las palizas acaban en muerte, tanto de un lado como del otro.

Un tipo a caballo que lleva una máscara antigás va colgando a unos y otros de las farolas. El chaval le tira una piedra a la cabeza y el jinete empieza a perseguirle, pero él consigue dejarlo atrás y llega hasta una calle con gente colgada de las farolas y coches calcinados. Empieza “And Justice For All”. En el escenario los técnicos montan una estatua gigante de la Dama de la Justicia, que sale en la portada de dicho álbum. James les hace gestos de cómo tienen que colocar las piezas y le gusta cómo va quedando. Durante el clímax de la canción la estatua es derribada y las piezas caen peligrosamente cerca de Lars, que sigue tocando la batería como si nada. Acaba la canción y volvemos con el chaval, que llega hasta el camión. Llama a la puerta del conductor pero éste parece colocado y no se entera, así que se sube a la parte de atrás y allí encuentra únicamente una vieja bolsa de viaje de cuero. La abre y lo que ve en su interior lo deja tan alucinado que tiene que sentarse.
(Esto hay que aclararlo: la bolsa de viaje perteneció a Cliff Burton, el primer bajista de Metallica, que murió en un accidente de autobús a los 24 años, y el grupo la lleva siempre con ellos como recuerdo).

Empieza “Master of Puppets” y volvemos al escenario, y durante el estribillo regresamos con el chaval. Un tipo, a lo lejos, lo saluda con la mano y entonces a su lado aparece el jinete de antes y luego los alborotadores y los antidisturbios, y todos juntos corren hacia él. El chaval coge la bolsa de viaje y el bidón de gasolina y sale por patas. Al final lo acorralan en un callejón sin salida, se detienen a unos metros y lo miran en silencio. Entonces empieza a sonar “Battery”. El chaval se tapa la cara con un pañuelo, se cala la capucha, deja la bolsa de viaje en el suelo, se echa gasolina por encima, enciende un mechero, se planta fuego y se lanza contra ellos con las manos desnudas y la emprende a puñetazos. Sobra decir que lo muelen a palos.
A continuación tocan “Nothing Else Matters” y nos pasamos toda la canción en el escenario. Luego empieza “Enter Sandman” y volvemos con el chaval. Está boca abajo en un párking al aire libre y no tiene ni rastro de quemaduras, así que lo de antes debió ser una alucinación causada por la pastilla. Tiene una alucinación con el arlequín en la que éste cobra vida, y mientras empieza a levantarse aparece el jinete, que le echa una soga al cuello para colgarlo de una farola. El chaval se debate, le coge el martillo que lleva en la silla de montar y le golpea la cabeza, consiguiendo así librarse de la soga. El jinete cabalga hacia él, el chaval coge el martillo y como si fuera Thor golpea el suelo con todas sus fuerzas, lo que hace que las ventanas del edificio que hay al lado exploten todas. Un segundo martillazo convierte al jinete y a su caballo en polvo de ceniza y los edificios colindantes se vienen abajo, quedando la zona completamente arrasada, como si hubiera caído una bomba.

Te vas a cagar
La onda del segundo martillazo llega hasta el escenario, produciendo explosiones y que salten chispas y que los focos se vengan abajo. Incluso dos técnicos acaban envueltos en llamas. James detiene el concierto para asegurarse de que todo el mundo está bien. Llegan los ATS y se llevan a los heridos y James pregunta si pueden seguir tocando. Retiran los focos y demás cosas y les traen unos amplificadores, que a James le recuerda cuando tocaban en el garaje de su casa, al principio, prueban los instrumentos y empiezan “Hit the Lights”.
El chaval consigue llegar por fin al estadio con la dichosa bolsa de viaje, con la cara hecha un cromo, pero cuando llega no hay ni Dios. El grupo ya no está y las gradas están vacías. Sube hasta el escenario y deja la bolsa de viaje bajo el haz de luz de uno de los focos y se marcha.
FIN.
¿Qué? ¿Acaba así? Tranquilos, aún hay una escena más. El grupo está en el escenario, sin nadie más, sentados en unos taburetes y tocan “Orión”, tema instrumental que tocaron en el funeral de Cliff Burton, en plan tranquilo, como si estuvieran ensayando. Entonces aparece el chaval, con la misma cara de cromo, que se sienta en uno de los asientos de las gradas, y se queda a escucharlos, y mientras tanto van pasando los créditos. Lo último que vemos es un primerísimo plano de la bolsa de viaje de Cliff Burton, que está parcialmente quemada.



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