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lunes, 14 de marzo de 2016

Friends. 10ª temporada

Ross y Charlie acaban besándose pero Ross no puede seguir hasta hablar con Joey y asegurarse de que le parece bien. Joey y Rachel acaban enrollándose también pero al saber que Ross quiere hablar con él ambos se sienten culpables y lo posponen hasta hablar con Ross. Pero Ross no lo encuentra hasta el día siguiente en el avión. Ross le cuenta lo suyo con Charlie y Joey le da su bendición, pero cuando él va a decirle que está con Rachel Ross no le deja hablar y se le pasa la oportunidad. Ya en casa Rachel va a hablar con él pero éste tiene un pequeño accidente con jabón y la Biblia que se llevó del hotel y no es un buen momento para contárselo.

Joey y Rachel empiezan a besarse en su piso cuando Ross entra de sopetón, pillándolos con las manos en la masa, y se lo toma sorprendentemente bien. De hecho le encanta que estén juntos y organiza una cena en su piso con ellos y Charlie durante la que queda claro que Ross está bastante flipado por la situación. Al final acaba aceptándolo pero Joey y Rachel no son capaces de enrollarse porque son demasiado buenos amigos, y ahí termina su romance.

Mike le pide matrimonio a Phoebe y esta acepta, aunque no de entrada, y Charlie rompe con Ross y vuelve con su ex-novio, interpretado por Greg Kinnear. Monica y Chandler no pueden tener hijos así que deciden adoptar y así conocen a Erika (Anna Faris), la mujer embarazada que les va a dar a su hijo. Rachel y Phoebe ven a Chandler subirse al coche de una rubia y creen que le pone los cuernos a Monica, pero en realidad es una agente inmobiliaria y Chandler y Monica le han comprado una casa a las afueras de la ciudad, a la que piensan trasladarse cuando tengan a su hijo. Al grupo le sienta fatal la noticia pero acaban aceptándolo, no así Joey que se niega a ir a ver la casa ni a hablar del tema.

Rachel tiene una entrevista con Gucci en un restaurante, pero allí también se encuentra su jefe de Ralph Lauren, justo en la mesa de detrás y la entrevista resulta un completo desastre. Su jefe no tenía ni idea de que quería irse a Gucci y la despide y encima no consigue el trabajo, así que se queda en paro, pero entonces se encuentra con Marc (el del mítico descanso), que le ofrece un puesto en Louis Vuitton, pero es en París, y ella lo acepta, noticia que a Ross le sienta como un tiro.


Finalmente, la última temporada. Esta es un poco más corta de lo habitual, 17 capítulos en vez de 24, aunque el último dura doble y es tan buena y divertida como las 9 anteriores. No podían faltar los habituales cameos de famosos, nada menos que cinco (Christina Applegate, Greg Kinnear, Anna Faris, Danny DeVito y Dakota Fanning). El de Danny DeVito es sin duda el más divertido, como el boy de la despedida de soltera de Phoebe, pero mi favorito es el de Dakota Fanning. Es muy gracioso ver a Joey contándole sus preocupaciones a una niña pequela y pidiéndole consejo, pero lo mejor de todo es la broma que le gasta Chandler, haciéndole creer que la niña murió hace 10 años. Jaja, qué cabrón.

El final me ha parecido perfecto, lógico y emotivo, y creo que la serie no podía tener un final mejor. Monica y Cháandler trasladándose a las afueras para criar a sus hijos, Phoebe casándose con Mike y Ross y Rachek juntos de nuevo. La verdad es que lo de Ross y Rachel fue un final de infarto. Ross corriendo al aeropuerto para declararse a Rachel y pedirle que se quede con ella, ella subiéndose igualmente al avión, Ross regresando hecho polvo a su apartamento, el mensaje de Rachel en su contestador, que se corta y no sabes si se ha bajado del avión o no (creo que en este punto todos estábamos tirándonos de los pelos y con el corazón en un puño) y cuando descubrimos que sí se ha bajado todos nos pusimos a gritar de alegría. Aún hoy, que he visto la serie completa varias veces, sigo reaccionando de la misma manera. Pero también es un poco triste porque supone el fin de una era. Ahora ya no vivirán puerta con puerta, pero lo más triste es la destrucción del futbolín, que llevaba en la serie desde la 1ª temporada. ¡El futbolín no! Es para echarse a llorar. Es lo que demuestra que el ciclo ha llegado a su fin.

Como he dicho antes es un final perfecto para una serie que marcó una época.    

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