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miércoles, 20 de marzo de 2013

Black Mirror. 1ª temporada


Oí hablar por primera vez de esta serie inglesa en el blog de una amiga, hará un par de años, cuando solamente la había en inglés. Tras saber de qué iban las tres historias que la forman me prometí que acabaría viéndola, aunque pasó mucho tiempo hasta que finalmente lo hice. Fue a mediados del año pasado por la tele, en Cuatro, que se echaron meses anunciando que la iban a poner y la verdad es que acabé bastante harto de esperar, pero al final lo hicieron, y lo mejor fue que pusieron los tres capítulos seguidos en la misma noche.

Sobra decir que la serie es genial, brutal, impactante y tan absorbente que esas dos horas y media que duran los tres capítulos se pasan en un suspiro. La serie consta de tres capítulos, dos de entre 40 y 50 minutos y uno de una hora de duración. Son historias con toques de ciencia-ficción que nos muestran lo que será de nosotros si seguimos tan enganchados y obsesionados con la tecnología, Internet, las redes sociales, etc, y lo que supondrá para muestras relaciones sociales.

El primer capítulo, “El himno nacional”, es el más realista y el que más dio que hablar en su día. La princesa Susannah, de la familia Real, ha sido secuestrada y su capto solo pide una cosa: que a las cuatro de esa misma tarde el Primer Ministro salga en directo en todos los canales teniendo relaciones sexuales con un cerdo.
El Primer Ministro se lo toma a broma pero su equipo le confirma que es auténtico, y él les ordena que mantengan el asunto oculto y que no se filtre al público, pero ellos le dicen que ya es tarde, que el secuestrador ha colgado el video de la petición en Youtube y que al poco rato la Red estaba infestada de copias, y ahora todo el mundo lo sabe.
La policía sigue el rastro del video hasta un edificio abandonado, pero resulta ser un señuelo, y al Primer Ministro no le queda otra que acceder a la demanda del secuestrador.

Esta historia es brutal y la única de las tres que bien podría ocurrir mañana mismo. Piénsalo, alguien secuestra a una persona y en vez de exigir dinero, pide que hagas algo terriblemente humillante y repulsivo. ¿Lo harías?
Lo del cerdo es muy extremo y solo de imaginarlo ya te dan arcadas, pero para mí lo fuerte no es eso (bueno, sí, bastante) sino el morbo que despierta en la gente. De entrada todos dicen que es asqueroso y que no piensan verlo, pero a la hora de la verdad todo Dios está frente al televisor, con la boca abierta, incapaz de apartar la mirada. Así somos.

El segundo capítulo es el de una hora de duración, “15 millones de méritos”, aunque cuando lo pusieron en Cuatro intercambiaron el orden con el tercero.
La gente vive en cubículos y están obligados a ver la televisión a todas horas y si se saltan los anuncios les meten una multa. Visten todos con un monótono color gris, salvo los gordos que visten de amarillo, y éstos son constantemente humillados. El dinero es virtual, como en los Sims, y la gente lo emplea en conseguir mejoras para su avatar y para alimento y utensilios de higiene. Para ganarlo tienen que pedalear todo el día en una bicicleta estática. Y los reality shows son muy decadentes. Hay uno que es como el Tú Sí Que Vales, un canal erótico y sobretodo programas donde humillan a los gordos, tirándoles tartas y dándoles manguerazos.

El protagonista, Bing, tiene algo más de 15 millones de méritos, heredados de su hermano, así que puede permitirse el lujo de saltarse los anuncios de la tele. Bing conoce a Abby, a la que oye cantar y le dice que debería presentarse a Hot Shots (el TSQV del capítulo). La entrada vael 15 millones de méritos y Abby tiene muy pocos, y Bing le da los suyos para que realice su sueño, pero cuando se presenta en el programa, los acontecimientos dan un giro inesperado.

Inicialmente pensé que sería un capítulo normal y corriente, pero nada más lejos. Me pareció bastante chocante ver cómo los protagonistas son capaces de hacer cualquier cosa, renunciando a sus principios morales, con tal de salir de la horrible rutina de la bici. Ese giro final del capítulo no me lo esperaba, la verdad.
Los actores son bastante del montón, pero mi favorito es el personaje de Rupert Everett, es muy cañero (se parece un poco a Risto Mejide es sus mejores tiempos).

El tercer y último capítulo, “Toda tu historia”, es para mí el mejor. La gente lleva en el cerebro una especie de implante que graba todo lo que ven y escuchan, como en aquella película de Robin Williams, y en vez de recordar vagamente tal o cual hecho, lo seleccionan del implante y pueden ponerlo en la tele. En una cena con unos amigos de su mujer, Liam no ve muy bien la estrecha relación de ella con un antiguo amigo suyo, Jonas. Se pone celoso y empieza a obsesionarse con que ha habido algo entre ellos, y utiliza la tecnología del implante para descubrir la verdad.

Este es un capítulo muy intenso que no te deja respiro y a medida que avanzas empiezas a sentirte igual que el protagonista, hasta que descubres la horrible verdad. Una muy buena historia, tanto que Robert Downey Jr. quiere llevarla a la gran pantalla.
Yo pensé que esta era una serie de una sola temporada, pero hace poco descubrí que había una segunda, así que a ver si la veo dentro de poco.

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