¿Sabéis en los partidos de fútbol americano, cuando en el descanso salen esas bandas de música de uniforme tan llamativo que tocan sus instrumentos de forma prodigiosa, haciendo auténticas virguerías, mientras realizan una complicada coreografía? Pues eso es de lo que va esta película.
Devon Miles (no, no es el jefe de Michael Knight) es un chico con un increíble talente musical que consigue una beca de música para estudiar en la Universidad de Atlanta, donde está la mejor banda del Estado. Pero conseguir un puesto en la banda no será tarea fácil. Devon tendrá que derramar sudor y sangre para hacerse un hueco entre los mejores. Además, su carácter difícil le traerá más de un problema con el jefe de la sección de percusión.
Hay que reconocerlo, el chaval es un portento, tiene un don natural para la música. No sabe leerla (algo que mantiene en secreto, ya que de saberse no podría formar parte de la banda) pero en cambio es capaz de memorizar la pieza más complicada. Es impresionante verle tocar a él y a los otros músicos, tocando el tambor por dentro y por fuera, el juego de manos con las baquetas, la coreografía que se montan...
Se distingue a la legua cuándo toca el actor y cuándo el doble profesional (plano de la cara, plano de las manos) pero eso no le resta magia al show.
La verdad, cualquiera diría que, al ver la instrucción, se trate de una banda de música, porque parece sacado de "La Chaqueta Metálica". Flexiones bajo la lluvia, largas vueltas al campo cargando con los pesados bombos, duelos entre compañeros por ocupar un puesto en la primera banda, saberse el reglamento al dedillo (sino, rape al canto)... Si hicieran eso en todas las bandas de música, jamás en mi vida cogería un instrumento. Madre mía.
En definitiva, si te gusta la música, el baile o tocar algún instrumento, esta película es imprescindible. Te lo aseguro, disfrutarás como un niño.
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