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martes, 30 de abril de 2013

El pasaje, de Justin Cronin

Cuando el libro salió hace un par de años no le hice mucho caso, a pesar de su éxito. Luego al autor lo entrevistaron en un programa americano y Stephen King entró vía teléfono en directo para decir que le encantaba el libro (no hay mejor publicidad que esa). Esto despertó mi interés, pero no lo encontré por ninguna parte, así que decidí esperar a qe saliera en bolsillo. Luego el año pasado leí una reseña positiva en el blog de un amigo y eso me convenció aún más de leerlo. Quise hacerlo entonces, pero estaba apuntado a varios desafíos literarios y tuve que posponerlo, y finalmente lo logré este año. Debo decir que la espera ha merecido la pena. El estilo del autor es muy meno y en algunos momentos desenfadado, muy absorbente, y sus mil y pico páginas se leen como su fueran la mitad.

Esta es una novela postapocalíptica de vampiros, aunque este término casi no se utiliza, y el primero de una trilogía. Todo empieza con el descubrimiento de un virus en plena selva que parece curar cualquier enfermedad. Ese virus es, obviamente, el del vampirismo, y el Ejército pretende utilizarlo para crear unos supersoldados que puedan entrar allí donde los soldados normales no, y se lo inoculan a doce sujetos, todos ellos reclusos condenados a muerte. Y al final pasa lo que asa, que los Doce se escapan, extienden el virus y el mundo se va al carajo (hay que ser tonto para creer que podrían tenerlos bajo control). La única esperanza de la humanidad reside en una niña de 6 años, Amy, a la que también inocularon el virus, pero que debido a algo relacionado con el timo (en los adultos es muy pequeño, en los niños es grande), posee los mismos poderes que estos virales pero ninguna desus debilidades.

En esta primera parte el autor se toma su tiempo para introducirnos en la historia y presentarnos a los principales personajes, unas 300 y pico páginas. Tiene un desarrollo lento y se centra mucho en los detalles, y personalmente es mi parte favorita. Después la novela da un salto de 100 años y esto te descoloca bastante, porque la historia queda interrumpida y te quedas con la intriga de saber lo que ha pasado desde el comienzo de la epidemia hasta ahora, qué ha sido de Amy y los Doce, etc.
aquí los vampiros o virales se han extendido por todo el mundo y los poco supervivientes viven aislados en una colonica, provista de altos muros y alambrada, potentes focos que permanecen encendidos toda la noche para mantener a los virales alejados, y guardias armados. Se nos presenta un nuevo grupo de personajes con sus respectivas situaciones y tramas, que ocupan bastantes páginas, antes de que Amy vuelva a entrar en escena. En la colonia empiezan a pasar cosas raras y los ánimos pronto se caldean, así que antes de que la cosa vaya a más, nuestro pequeño grupo de protagonistas se van con Amy rumbo a Colorado, pues es posible que allí esté la solución contra el asunto de los virales. Y por el camino, claro, les pasan cosas.

Como he dicho antes, el libro es genial y sus vampiros nada tienen que ver con esos emos pálidos, brillantes y cursis. Son auténticas bestias brutales y despiadadas que solo ven a los humanos como su alimento y con los que es imposible razonar (te miran, ladean la cabeza y se avalanzan sobre ti) Estos sí son vampiros guays.
Pese a ello hay un par de veces que el autor incurre en unos claros Deus ex-Machina, pero bueno, se le puede perdonar.
Este año, por septiembre o así, sale el segundo libro, Los Doce, y ya le tengo ganas, ya que el presente libro tiene un final muy abierto y te deja el corazón en un puño. Al menos solo ocupa la mitad.

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