En este segundo volumen de la Liga de
los Hombres Extraordinarios, Alan Moore vuelve a juntarse con el
dibujante Kevin O'Neill, con el que trabajó en el primer
volumen, para hacer su peculiar adaptación de “La Guerra de
los Mundos” de H. G. Wells, lo cual no llega a ser del todo una
sorpresa, ya que el primer volumen incluía un relato-homenaje
a “La Máquina del Tiempo”.
La historia comienza en el planeta
Marte, con el humano John Carter encabezando un ejército de
marcianos contra los aliens tentaculares de “La Guerra de los
Mundos”. Seguramente recordaréis que os hablé de John
Carter en el artículo anterior. Personaje creado por el autor
de Tarzán, su adaptación cinematográfica se ha
convertido en el fracaso más sonado de la Disney. Es un
veterano de la Guerra Civil americana teletransportado a Marte que se
ve envuelto allí en otra guerra civil, y acaba tomando partido
porque se enamora de una princesa. Debido a su densidad ósea y
a la gravedad del planeta, posee el doble de fuerza y puede saltar
enormes distancias con apenas esfuerzo, como Hulk. En Marte se
convierte en un héroe y un líder, pero el que aparece
aquí es un John Carter más maduro y taciturno que en
los libros que protagoniza.
Al poco de comenzar el ataque, los
aliens tentaculares abandonan en Planeta Rojo en sus cohetes y se
dirigen hacia la Tierra. El primero de ellos se estrella en una
pradera a las afueras de un pequeño pueblo inglés, y
hasta el lugar se acercan los miembros de la Liga (Allan Quatermain,
Mina Murray, el Hombre Invisible, el Capitán Nemo y Mr. Hyde)
para investigar lo sucedido. Los aldeanos también se acercan,
ávidos de curiosidad, y algunos intentan abrir el cohete.
Consecuencia: del cohete surge un aparato que los incinera a todos. A
todos menos a la Liga, claro. Éstos pasan la noche en una
posada, y aquí se produce la primera sorpresa. Un miembro de
la Liga traiciona al grupo y se convierte en espía de los
aliens. Ya se sabe, mejor ser la mano derecha del Diablo que cruzarse
en su camino. Debo decir que este personaje me decepcionó. No
es que fuera un santo, pero en el primer volumen ayudó a
salvar el mundo, y que aquí se pase al otro lado pues no me lo
esperaba.
El grupo regresa a Londres para
investigar todo lo posible sobre Marte, y mientras, empiezan a llegar
más cohetes. Mina Murray descubre al espía en plena
actividad, y éste le da tal paliza que la deja medio muerta.
Pero tranquilos, porque el traidor acabará recibiendo su
merecido, aunque de quien menos se espera.
El superior de la Liga envía a
Quatermain y a Mina a los bosques del sur con la excusa de unos días
libres para que Mina se recupere de las heridas inflingidas, pero el
verdadero motivo es buscar a un científico oculto por el
Gobierno que posee el arma definitiva para acabar con los marcianos.
El científico es el Dr. Moreau (me encantan estos cameos) y el
arma definitiva, bueno, si habéis leído el libro o
visto las películas, ya os podéis imaginar cuál
es.
Este segundo volumen me ha gustado
mucho, pero no me ha parecido tan original como el primero. Al ser
una adaptación del clásico de Wells ya sabes lo que va
a apsar en su mayor parte, y te deja pocas sorpresas, pero las hay,
sobretodo al final, el cual me ha parecido muy amargo y triste.
Bueno, hay un tercer volumen de la Liga, el cual tengo muchas ganas
de leer, pero es relativamente reciente y aún no ha llegado a
estos lares, así que habrá que quedarse con las ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario