5. Jean
-¿Has oído hablar del
Comité...
-... para la Pureza de la Raza Humana?
Sí, se han cruzado unas cuantas veces en mi camino. ¿Por
qué?
-Mi fisioterapeuta es un mutante y me
pidió que no lo denunciase a ese Comité. Pensé
que estaba al tanto de todo lo referente al tema mutante, pero hasta
ahora no había oído hablar de ellos.
-Has estado años sin pisar
Estados Unidos, Charles, viajando de aquí para allá,
ayudando a tus homo sapiens, es normal que no hayas oído
hablar de ellos. Además son muy listos. No son una turba de
gente con antorchas que va tras los mutantes a plena luz del día.
Están organizados y van por las ciudades dando mítines
para convencer a la gente de que los mutantes son una amenaza, y
están convenciendo a mucha gente. Esto es igual que el partido
fascista de Hitler, Charles. Si sigue así, al final todos los
mutantes serán perseguidos como lo fueron los judíos.
-¿Conoces a su líder?
-No, los líderes de los Comités
de cada ciudad llevan una capucha roja que les cubre el rostro, pero
da igual. Esto demuestra mi teoría sobre los humanos.
-Creo que te estás precipitando.
-Eres un necio, Charles-dijo Magneto,
poniéndose de pie-Lo miras pero no lo ves. La guerra no
tardará en llegar. ¿De qué parte estarás?¿Del
suyo o del nuestro?
-Magnus, no hagas ninguna tontería.
-Tranquilo, Charles, yo tampoco quiero
una guerra. Ya viví una, y no fue agradable.
-¿Qué vas a hacer?
-Aunque no te lo creas, Charles, tengo
otros asuntos que atender aparte de venir a verte.
-No dejaré que hagas ninguna
tontería-le advirtió su amigo.
-Lo sé, Charles. Ahora tengo que
irme. Ya vendré otro día.
Aquella semana Xavier tuvo otra visita
a parte de Magneto.
Estaba al aire libre en su silla cuando
se lo anunciaron.
-Señor Xavier, ha venido alguien
a verlo-le dijo la enfermera.
-¿Quién es?
-Dice que es un amigo suyo de la
universidad.
-Dígale que venga.
Hizo muchos amigos en la universidad,
pero sólo uno siguió siéndolo tras saberse que
era un mutante. Una amistad que había perdurado hasta el día
de hoy.
-Hola, Profesor.
Así es cómo le llamaban
por aquel entonces.
Xavier hizo girar su silla y sonrió
ampliamente.
-John Grey, me alegro de verte.
-Hola, amigo-John le estrechó la
mano-Siento no haber venido antes, pero lo último que supe de
ti es que estabas en Egipto.
-No importa, lo importante es que lo
hayas hecho. Significa mucho para mí. A parte de ti sólo
he tenido otra visita.
-¿De verás?¿Quién?
-Alguien que conocí en Israel.
No le conoces.
-¿Cómo lo llevas?-le
preguntó John, sentándose en el banco que había
en frente de Xavier.
-Bien, dentro de lo que cabe. No me
queda más remedio que asumirlo y seguir para delante.
-Cuando me enteré de lo que te
había pasado, no me lo creía. ¿Por qué a
las personas buenas les pasan siempre cosas malas?
-Gracias, John, eres muy amable.
-Mi mujer lloró por ti. Ella te
aprecia mucho.
-Yo también a ella. Cuando la
veas dale un abrazo de mi parte.
-Lo haré. Quería venir a
verte, pero ya sabes, Jean...
-¿Cómo está tu
hija?
-Deberías verla, Charles, es
preciosa. Tiene 11 años, pero parece ya una mujercita.
Xavier lo miró fijamente.
-Cuéntamelo.
-¿Qué?
-Tú no has venido aquí
sólo a ver cómo estaba. Quieres pedirme un favor. Es
Jean.
Entonces John no pudo soportarlo más
y se derrumbó.
-Dios mío, Charles, mi mujer y
yo ya no sabemos qué hacer. Ahora mismo eres la única
persona que puede hacer algo por ella. A Jean le ha pasado algo
terrible.
-Cuéntamelo.
-¿No puedes leerme la mente?
-Prefiero que seas tú el que me
lo diga. Hablar es una buena terapia.
-Está bien-John se frotó
los ojos-Hace un año...
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