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jueves, 13 de junio de 2013

Viejos amigos. Capítulo 39

39. La masacre

Cuando emprendieron el camino de regreso al hospital, Charles se detuvo en seco a unos cien metros y una expresión de horror apareció en su rostro.
-Charles, ¿qué ocurre?
-Ha ocurrido algo terrible en el hospital-dijo, y empezó a correr con todas sus fuerzas. Cuando traspasaron el umbral vieron que todo estaba destrozado. Las ventanas hechas añicos, las camillas volcadas y las paredes agujereadas.
-¿Qué demonios ha pasado aquí?-murmuró Eric, horrorizado-Eso... eso son agujeros de bala.
Siguieron avanzando por el pasillo y vieron que el suelo había grandes charcos de sangre y en las paredes huellas de manos del mismo color rojo.
-Dios mío...
-Están todos muertos-dijo Charles-No, espera, siento algo. ¡Vamos!
Eric siguió a Charles hasta la sala del comedor y allí vio a una docena de pacientes, todos muertos, acribillados a balazos, yaciendo en charcos de sangre.
-Esto es una matanza-dijo Eric-¿Pero qué es lo que ha pasado, en nombre de Dios?
Debajo de cuatro cadáveres amontonados Charles sacó a alguien qu aún seguía con vida. Era Daniel, pero estaba irreconocible. Tenía una herida profunda en el cráneo que no dejaba de sangrar y el pómulo izquierdo hinchado y púrpura. Le habían arrancado tres uñas de su mano derecha y sangraba profusamente de una herida de bala que tenía en el estómago.
-¡Daniel!¡Daniel!¿Me escuchas?
Daniel entreabrió los ojos y miró a Charles. Levantó una mano muy débilmente y tiró de él hacia abajo.
-Charles... -dijo en un susurro apenas audible-Charles... -a Daniel le entró un ataque de tos y escupió más sangre.
-No hables, Daniel.
-Charles... se la han... llevado...
-¡¿Qué?!
-Vinieron en plena noche...-Daniel escupió más sangre-Con armas...
Charles miró asustado a Eric.
Eric salió corriendo hacia el ala norte.
-Daniel, no hables... sólo ábreme tu mente.
Charles puso una mano sobre la frente de su amigo y todo se fundió en negro a su alrededor. Un instante después empezó a recibir imágenes a través de los ojos de Daniel.
Vio una furgoneta negra aparcada en la entrada del hospital de la que salían nueve hombres armados. Entraron de golpe y empezaron a disparar a todo el mundo, matando a pacientes y médicos indiscriminadamente. Uno de ellos, el que parecía dar las órdenes, cogió a Daniel (a él), le encañonó y le preguntó por la chica. Como no le contestó, le disparó en la pierna, le arrancó las uñas, le rompió la nariz... entonces uno de sus subalternos entró en la sala con ella sobre un hombro y todos se rieron. El jefe tiró a Daniel a un lado y le disparó en el estómago. Hablaron entre ellos en alemán y luego se marcharon.
-Tienes que encontrarla-dijo Daniel, recurriendo a las pocas fuerzas que le quedaban-Fue hace una hora... tienen que estar aún por aquí...
-No hables, Daniel, te pondrás bien.
Daniel le sonrió y le tocó la cara, manchándosela de sangre.
-Ve al pueblo... alguien ha tenido que... -escupió más sangre, puso los ojos en blanco y su cabeza cayó hacia atrás.
Charles le cerró los ojos y le limpió la sangre de la cara.
-Descansa en paz, amigo mío.
Eric regresó en aquel momento.
-Charles, no está, Gabrielle ha desaparecido...
Entonces vio a Daniel muerto y se arrodilló junto a él.
-¿Ha muerto?
Charles asintió.
-Hijos de puta. ¡Hijos de puta!
-Eric, cálmate. Ya no podemos hacer nada por él. Ahora tenemos que encontrar a Gabrielle antes de que sea demasiado tarde.
Eric se puso de pie y le miró.
-¿Te ha dicho algo?
-Sé lo que pasó, pero no sabe a dónde se fueron.
-¿Entonces cómo la encontraremos, Charles?¡No sabemos dónde buscar!
-Iremos al pueblo. Por fuerza alguien a tenido que fijarse en su furgoneta.
-Ya es tarde, Charles, ya deben estar a kilómetros de aquí. Sabe Dios lo que le estarán haciendo...
-¡Eric, te necesito conmigo!¿Estás conmigo?
-Sí, maldita sea, estoy contigo.
-Bien, entonces ve a sacar tu coche. No tenemos un instante que perder.
-Si los encontramos a tiempo te juro que desearán no haber nacido.

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