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martes, 9 de julio de 2013

Viejos amigos. Capítulo 55

55. El historial de Magneto

-Su verdadero nombre es Eric Magnus Lensher-dijo el alcaide-y nació siendo mutante. Tiene poder sobre los metales y los campos magnéticos y estos poderes surgieron durante su adolescencia, cuando estaba en el campo de prisioneros de Brunau.
-¿Es judío?-preguntó Magneto, con aparente interés. Aún recordaba el número de serie que tenía tatuado en su brazo.
-Sí, lo es, y el trauma por el que pasó hizo emerger sus poderes, pero sólo una única vez.
-¿Qué pasó?
El alcaide le contó lo de su fusilamiento y el desvío de las balas.
-Vaya, es increíble. ¿Y no volvió a suceder nada parecido?
-No. Solamente ocurrió ese episodio.
-Ya veo. ¿Tiene alguna foto suya?
-Sí, tenemos una.
A Magneto se le aceleró el pulso.
-Aunque es vieja. Se la hicieron a los 17 años, cuando lo liberaron del campo.
-¿No tiene ninguna actual?
-Lamentablemente, no. Ahora mismo desconocemos el aspecto que puede tener. Podría estar cerca de nosotros y no lo sabríamos.
-Dios no lo quiera. Hábleme más de él.
El alcaide lo sabía prácticamente todo sobre él. Sabía que conoció a Magda en el campo, que luego se casaron y tuvieron una hija. Conocía la muerte de Anya, su etapa en Israel, su amistad con Charles y lo de Sudamérica. Pero a partir de ahí nada más.
-Menudo elemento-comentó Magneto.
-Y que lo diga. Está mal que yo lo diga, pero está loco como una cabra.
Magneto tragó saliva y procuró serenarse.
-Debería estar encerrado.
-Sí. Cree que los mutantes son el siguiente paso en la evolución, que humanos y mutantes no pueden coexistir pacíficamente y que estos harían bien en desaparecer.
-Sin duda está loco.
-Tan loco como Hitler.
Las puertas de las celdas por las que pasaron temblaron brevemente.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó uno de los guardias.
-¿El qué?-replicó Magneto, fingiendo no haberse enterado.
El guardia se encogió de hombros.
-Nada.
-Será por la humedad-dijo el alcaide.
-Todo este lugar está hecho de metal. ¿Cómo puede encerrar aquí a alguien como él?-preguntó Magneto.
-Tenemos un collar especial para él-respondió el alcaide-, no bloquea sus poderes pero los reduce considerablemente.
Jamás conseguirás ponerme ese collar, amigo, pensó Magneto.
-Bien, ahora me gustaría entrevistar a alguno de sus reclusos.
El alcaide se detuvo y se volvió hacia él.
-¿Cómo dice?
-Quisiera...
-Ya le he oído, pero me temo que no va a poder ser. Además de que es una idea poco recomendable, necesita la autorización firmada del alcalde de Nueva York.
-¿Se refiere a esto?-Magneto se sacó un documento del bolsillo interior de su chaqueta y se lo tendió al alcaide.
-Vaya, parece que no ha perdido el tiempo.
El documento era falso, pero el alcaide no pareció darse cuenta.
-La autorización está en regla-el alcaide lo miró a los ojos-¿Seguro que quiere hacerlo? Los reclusos son todos muy peligrosos.
-Sí.
-¿No puedo convencerlo de lo contrario?
-No. Es necesario para el reportaje. Además sé que los guardias estarán cerca.
-Está bien, es decisión suya. Allá usted. ¿A quién quiere entrevistar?
-Al mutante que se hace llamar Juggernaut.

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