12. Relojes
Los dos se estrecharon la mano.
-Llámame Magnus.
-Charles va a unirse a nosotros-dijo
Daniel.
-Es una buena noticia. Cuantos más
mejor.
-Gracias a Charles ahora sabemos que
lo que ponía nervioso a Isaac eran los uniformes, que le recordaban
a sus torturadores del campo de concentración, no nosotros. Ahora
que sabemos la causa podremos empezar a ayudarle.
-Parece que el nuevo empieza bien.
Bien hecho, Charles. Ese niño necesita toda nuestra ayuda.
-Gracias, sólo hice mi trabajo.
-¿Alguien puede decirme qué hora
es? Mi reloj se ha parado-dijo Daniel-Es la tercera vez esta semana.
Charles miró a Eric pero no dijo
nada, y este le aguantó la mirada.
-Parece que el mío también se ha
parado-dijo Charles.
-Yo no uso, lo siento-dijo Eric.
-No importa.
-Bueno, os dejo, tengo pacientes que
visitar-dijo Eric-Charles, encantado de conocerte.
-Lo mismo digo.
Eric salió de la habitación y los
dejó solos.
-No me ha parecido tan huraño como
dijiste.
-Debes haberle caído bien. Será
por Isaac. Está muy encariñado con él. Cualquiera que haga algo
por el niño tiene su apoyo.
-Me alegra saberlo. ¿Significa eso
que el que accidentalmente ocasione algún daño a Isaac figurará en
su Lista Negra para siempre?
-Sí. Ya ha pasado en dos ocasiones,
por desgracia. Isaac es alérgico a los analgésicos. Una enfermera
no lo sabía y el niño casi muere asfixiado. Eric habló cinco
minutos con ella y cuando salió de su despacho estaba llorando. En
otra ocasión una enfermera le dio una bofetada a Isaac durante uno
de sus ataques. Eric la agarró de la muñeca y le dijo que si volvía
a hacerlo le haría sentir en su propia piel lo que era estar en un
campo de concentración.
-Vaya.
-Sí. Más vale que no lo cojas en
uno de sus días malos.
-Tomo nota. Por cierto, ¿qué vas a
hacer con los uniformes y las batas?
-Pediré que me los envíen de otro
color. Quizá azul. Vaya, mi reloj ya anda. Qué curioso.
Charles se miró el suyo. También
funcionaba.
-¿Te pasa muy a menudo? Que se te
pare el reloj.
-Pues de verdad es que me ocurre
varias veces a la semana. Es un hecho bastante extraño.
Charles quería preguntarle si
siempre le ocurría cuando Eric estaba cerca, pero ya sabía la
respuesta.
-A veces pienso que es él el que lo
provoca, además de otras cosas, pero no me atrevo a preguntárselo.
Tengo miedo de que la tome conmigo.
-Es lógico.
-Quizá si consigues hacerte amigo
suyo te lo diga.
-Sí, tal vez.
-Si quieres su amistad, no lo llames
Eric. Nunca.
-¿Por qué?
-No le gusta. Prefiere que le llamen
Magnus. Es su segundo nombre.
-Pero tú antes le llamaste Eric.
-Si le caes bien y tiene un buen
día, puede que te lo pase por alto, pero no abuses de tu suerte.
-Trataré de recordarlo.
-Y ahora sígueme, te presentaré a
tus primeros pacientes.
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