28. Reflexiones
Durante los días siguientes Eric y
Charles discutieron largamente sobre la posición de cada uno acerca
de los humanos. Charles pensaba que había que darles una
oportunidad. Que aunque algunos humanos odiaban y perseguían a los
mutantes, la mayoría aprendería a aceptarlos y a respetarlos, y
algún día podrían convivir en paz.
Eric era más radical. Creía que
los humanos no se merecían ninguna oportunidad, que jamás podrían
convivir como iguales y que siempre les odiarían y perseguirían.
Los mutantes, decía convencido, eran el paso siguiente en la escala
evolutiva y en el planeta no había sitio para los dos.
-No puedes hablar en serio-dijo
Charles después de una de esas veces.
-Jamás bromearía con algo así,
Charles.
-Sé que te han dado motivos para
desconfiar de ellos, Magnus, pero estás hablando del exterminio de
toda la raza humana. Un exterminio similar al que tú sufriste. No
puedes considerar siquiera esa idea.
-Son ellos o nosotros, Charles. Por
Dios, abre los ojos. Algún día habrá una guerra. No digo que sea
hoy o mañana, pero algún día estallará. Humanos y mutantes. Me
pregunto de qué lado estarás.
-Soy mutante y lo llevo en la
sangre, pero no quiero ni guerras entre ambos bandos ni muertes
innecesarias.
-Claro, Gandhi-ironizó Eric-Y todos
nos cogeremos de la mano y bailaremos en círculos. Por Dios,
Charles, despierta. Sé realista. Las cosas nunca serán así.
-Tengo fe en la raza humana.
Eric meneó la cabeza.
-Necio. Eso es lo que eres. Un
necio. Crees en algo que no existe.
-¿Sabes? Me encanta tratar estos
temas contigo. Para mí son los mejores momentos del día. No tengo
ocasión de aburrirme. Espero que nunca pase de una simple
discusión-dijo Charles, mirándolo a los ojos.
-Sí-coincidió Eric, sonriendo por
primera vez-No me gustaría quedarme como el chico de la playa.
Los dos rieron brevemente, aliviando
la tensión.
Siguieron jugando al ajedrez, pero
Charles continuó pensando en ello.
Eric tenía un punto de vista algo
radical, ¿pero llegaría el día en que hiciera algo más que
hablar?
La verdad es que no se lo imaginaba
como su enemigo.
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