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jueves, 2 de mayo de 2013

Viejos amigos. Capítulo 11


11. Eric

-Esto no es realmente un hospital-dijo Daniel al día siguiente mientras le mostraba las instalaciones-Es más bien una gran sala de recuperación. No tenemos quirófanos ni sala de rayos-X ni el equipo adecuado.
-¿Y qué hace el gobierno? ¿Dónde invierte el dinero? Se supone que este sitio es para ayudar a los supervivientes del Holocausto-protestó Charles-Debería poner más de su parte.
-La Guerra ha dejado una profunda huella en este país, Charles. Terminó hace años, pero a Israel aún le cuesta levantar cabeza, y no creo que lo haga del todo. Fueron 6 millones. Eso no se olvida fácilmente.
-No debe olvidarse, Daniel. Pero debería implicarse más en proyectos como este.
-No es por falta de ganas, créeme, pero no se puede sacar dinero de donde no lo hay. Las arcas están vacías. Conseguí que nos cedieran este edificio, un viejo hospital de principios de siglo y que nos abastecieran de comida, mantas, medicamentos y el instrumental médico básico. A partir de ahí el resto es cosa nuestra. Quizá algún día puedan hacer más, pero no ahora.
-Esperemos que ese día no tarde en llegar.
-Sí.
-¿Cuántos sois?
-Seremos unas veinte personas. Nueve médicos, seis enfermeras y cinco civiles. Seis si te contamos a ti.
-Veinte personas y aún así conseguís llevar adelante este centro. Me parece algo admirable.
-Gracias, hacemos lo que podemos. Por cierto, hay algo de lo que quisiera hablarte.
-¿De qué se trata?
-A algunos de tus nuevos compañeros no les agradan demasiado los mutantes. Te aconsejo que mantengas tu don especial en secreto.
-Vaya, no me esperaba que aquí sucediera también eso-exclamó sorprendido.
-Sucede en todas partes. Ya sabes, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio.
-Sí, y el odio lleva al sufrimiento. Nuestro pan de cada día. Por suerte tú lo aceptaste.
-Ya conoces mi opinión al respecto. Lo importante es la persona, no lo que sea capaz de hacer.
-Estoy de acuerdo.
-Ahora acompáñame. Te presentaré a tus nuevos compañeros.
Daniel le presentó a algunas de las enfermeras, pues se toparon con ellas en los pasillos. A las restantes se las presentó cuando acabaron de atender a sus pacientes, lo mismo que con los médicos y los civiles voluntarios. Le dieron la bienvenida, hubo besos, estrechamiento de manos y palmaditas en la espalda. Estuvo un rato hablando con ellos y luego Daniel se lo llevó aparte a él y a una de las enfermeras.
-Carla, ¿has visto a Eric?
-Sí, creo que está con la señora Holstrom.
-Bien, gracias.
-Suerte-le dijo Carla a Charles-La necesitarás.
-¿A qué se refiere?-le preguntó mientras se ponían en camino.
-Es por Eric. No se lleva demasiado bien con los demás. Quizá tú tengas más suerte. Lleva aquí unos seis meses y es un civil, como tú. No le gusta hablar mucho de su pasado, pero me dijo que estuvo en el campo de Brunau en su adolescencia, y que esperaba que su experiencia pudiera servir de ayuda.
-Eso le honra.
-Sí, es un buen hombre y se dedica en cuerpo y alma a los pacientes del hospital, pero no es demasiado sociable. Por suerte me llevo bien con él.
El tal Eric estaba junto a una anciana a la que le faltaba la mano. En el momento en que entraron le estaba hablando en voz baja. Entonces se remangó el brazo y Charles vio que tenía un número tatuado. La besó en la frente y la arropó con las sábanas.
-Daniel, ¿qué quieres?-preguntó, percatándose de su presencia.
Charles notó que estaba irritado.
-¿Quién es tu amigo?
-Charles Xavier, te presento a Eric Lensher.

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