31. Rehabilitación
-Realmente has conseguido lo
impensable, Charles-dijo Daniel una hora más tarde.
Había hablado un rato con ella y
tras examinarle la vista, tomarle el pulso, etc., le dijo lo mismo
que Charles: que sus músculos estaban algo atrofiados y que
necesitaría una larga rehabilitación pero que al final podría
volver a caminar.
Después de eso, Daniel abrazó a
Charles y le dio las gracias.
Charles se encogió de hombros, como
quitándole importancia.
-Daniel, tengo ciertas dudas sobre
la rehabilitación.
-¿Por ejemplo?
-Se supone que nadie debe saber que
está aquí.
-Basta con que nadie le vea el
tatuaje de la espalda.
-Oh, de acuerdo.
Si lo hubiera sabido antes, pensó,
no habría sido necesario borrarle la memoria a aquella enfermera.
-Si no te importa, me gustaría
ayudar a Gabrielle con su rehabilitación. He estado mucho tiempo con
ella y creo que confía plenamente en mí.
-Por supuesto, me parece una gran
idea. Al fin y al cabo estuviste en su mente y la ayudaste a
despertar. Contigo está mejor que con nadie.
-Gracias. Con esto también espero
que se abra un poco más a mí.
-Lo conseguirás. A ti nadie se te
puede resistir.
Al día siguiente Charles entró en
la habitación de Gabrielle con una silla de ruedas.
-Hola, ¿qué tal has dormido?
-Apenas he dormido dos horas, pero
he estado los últimos diez años de mi vida durmiendo, así que sí,
he pasado una buena noche.
-Bien, me alegro. ¿Preparada para
trabajar un poco?
-Qué remedio.
Charles la cogió suavemente en
brazos y la sentó en la silla.
-Qué poco pesas.
-Es lo que tiene no comer.
-Pronto podrás volver a comer
alimentos sólidos y enseguida empezarás a ganar peso.
Charles la llevó a la sala de
rehabilitación y la tumbó sobre una mesa-camilla boca abajo. Se
untó las manos con aceite y empezó a masajearle las piernas.
-¿Te duele?
-No, pero está frío.
Después de diez minutos así le
cogió un tobillo y lo subió hasta flexionarle la pierna. Luego hizo
lo mismo con la otra.
-Me gustaría saber todo lo que ha
pasado en el mundo durante todo este tiempo.
-Pregunta lo que quieras.
-¿Quién ganó la guerra?
-Nosotros-Charles le dio la vuelta y
le llevó una rodilla hasta la cadera y repitió el proceso con la
otra-A Mussolini lo lincharon y Hitler se suicidó en su búnker con
Eva Braun cuando los aliados entraron en Alemania. Tú dime si te
duele.
-De momento no. Sólo me tira un
poco.
-Eso es normal, no te preocupes.
-No puedo creer que ese cabrón se
suicidara. Qué cobarde.
-Circulan rumores que dicen que en
realidad no se suicidó, que fue un doble, pero yo no les doy mucho
crédito.
-Tendrían que haberlo capturado y
ejecutado, pero escogió el camino fácil. Qué cabrón. ¿Y qué
pasó con la SS?
-A algunos de sus oficiales los
juzgaron en Nuremberg y los ahorcaron, pero la mayoría de los nazis
huyeron a sitios como Sudamérica.
-Es increíble. ¿Y no atraparon a
ninguno?
-A algunos sí. Tarde o temprano los
cogerán a todos. Por hoy creo que ha sido suficiente. Ahora te
llevare a tu habitación. ¿Te duelen las piernas?
-No, pero creo que mañana tendré
agujetas-bromeó ella.
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