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viernes, 10 de mayo de 2013

Viejos amigos. Capítulo 17


17. En la mente de Gabrielle

Charles estaba en medio de un bosque y una leve bruma le llegaba a las rodillas. Miró a su alrededor y se sintió desorientado. No tenía ni idea de dónde estaba. Entonces escuchó el ladrido de unos perros y a unas personas gritando en alemán. Debían ser soldados, pensó. Luego oyó pasos de gente corriendo, y Charles no tardó en verla.
Era una chica rubia con la ropa sucia y deshilachada que corría con todas sus fuerzas. Era Gabrielle a los 15 años.
-Me van a coger-dijo alguien a su lado, con tristeza.
Charles volvió la cara y vio que era Gabrielle, la Gabrielle adulta.
-¿Gabrielle?
-Me van a coger.
-¿Qué?
-Mira-le señaló ella.
Charles observó en silencio.
La Gabrielle quinceañera giró la cabeza hacia atrás un segundo y entonces tropezó con un tronco cruzado en su camino y rodó por el suelo. Cuando trató de levantarse ya era demasiado tarde. Los nazis, con los perros, aparecieron a unos cien metros. El soldado que llevaba a los perros soltó la correa y estos se abalanzaron sobre ella, mordiéndole las piernas. Empezó a gritar y los soldados se rieron. El soldado de los perros silbó para que volvieran. Otro soldado dijo algo y los demás se rieron. Se acercó a Gabrielle y le dio un golpe en la cabeza con la culata de su escopeta. Otro soldado la cogió y se la puso sobre el hombro y se la llevaron de vuelta al campo de prisioneros.
Charles sintió una profunda tristeza por Gabrielle.
-Trataste de escapar-Charles se volvió pero la Gabrielle adulta había desaparecido-¿Gabrielle?
Un segundo después, Charles se encontró en el mismo campo de prisioneros, rodeado de un millar de judíos. Sobre una especie de escenario había tres soldados y Gabrielle estaba frente a ellos, aterrorizada.
-Me va a doler-dijo la Gabrielle adulta, a su lado-Mucho.
-¿Qué te van a hacer?
-Mira.
Uno de los soldados estaba gritando algo a los judíos. No sabía lo que decía, pero tenía la certeza de que iban a castigar a la joven Gabrielle por su intento de fuga. Algo que serviría a los demás prisioneros para que no trataran de hacer lo mismo.
Los otros dos soldados obligaron a la joven Gabrielle a ponerse de rodillas y le ataron las manos a la espalda. Ella empezó a sollozar y a suplicar que no le hicieran daño, pero los tres soldados la ignoraron. A una orden del soldado que había hablado, uno de los otros soldados le agarró las manos y se las subió de golpe, y Gabrielle chilló como nunca lo había hecho hasta ahora.
Le habían dislocado los hombros.
El primer soldado le dio una patada en la cara y perdió la consciencia. Otro soldado la cogió y se la llevó a su celda.
-Te dislocaron los hombros.
-Sólo fue el principio-la Gabrielle adulta se volvió para marcharse pero Charles la cogió de la muñeca.
-Espera. Gabrielle, no huyas. ¿Sabes quién soy?
-Sí. Eres amigo de Daniel.
-Nos oyes hablar-dijo Charles, sorprendido.
Ella asintió.
-Entonces sabrás que quiero ayudarte.
-No puedes. Nadie puede ayudarme.
-Gabrielle, tienes que despertar. Tienes que salir de este bucle de dolor y torturas.
-No puedo. Esta es la vida que conozco. Es lo único que tengo.
-En el mundo real tienes amigos que se preocupan por ti. Por favor, déjame ayudarte a salir de aquí.
Gabrielle meneó la cabeza y se soltó de su mano.
-Sé que estás asustada, pero puedes confiar en mí.
-No. No puedes ayudarme. ¡Nadie puede ayudarme!-Gabrielle lo empujó y se alejó corriendo.
En la habitación del hospital, Charles se cayó de su silla y abrió los ojos.
Estaba sudando.

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