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jueves, 9 de mayo de 2013

Viejos amigos. Capítulo 16


16. Un atisbo de ira

-Le he visto la espalda-dijo Charles moviendo su torre.
Era mediodía y estaban jugando al ajedrez después de haber comido. Habían convertido sus partidas en una costumbre y cada vez que tenían un rato libre se retaban a aquel combate intelectual, que casi siempre acababa con la victoria de Charles.
-¿Has hablado con Daniel?
Los dos hablaban en voz baja porque había gente a su alrededor.
-Sí, me ha contado la historia. Parece algo sacado de un libro de aventuras.
-Pero es real. Y que tú lo sepas ahora también te pone en peligro.
-Asumo el riesgo-Charles le comió un caballo-¿Alguna vez ha venido alguien preguntando por ella?
-Nunca, y esperemos que siga así. ¿Qué tal te va con ella?
-Sigue como siempre. No he conseguido ninguna reacción. No sé si algún día lo conseguiré.
-Tienes todo el tiempo del mundo.
-A veces me pregunto si siente algo.
-No, no siente nada.
-¿Qué?
-Antes de que yo viniera hubo un médico que pensó que estaba fingiendo. No sé si sabes que los catatónicos no reaccionan ante ningún estímulo, ni siquiera ante el dolor.
-Sí, lo sé.
-Pues este médico le clavó una aguja en el brazo y la movió un poco. Y como Gabrielle no se inmutó, se dio cuenta de que no estaba fingiendo.
-Conozco casos de catátonicos que salieron de su estado después de varios años. No pierdo la esperanza con Gabrielle.
-La esperanza es lo último que hay que perder, Charles, créeme-Eric se quedó con su torre.
-Ojalá muchos pensaran como tú.
-Si todos pensáramos lo mismo sería muy aburrido, ¿no crees?
-Sí-Charles sonrió-Quizá tengas razón.
En aquel momento un médico y una enfermera pasaron por su lado.
-¿Ya te has enterado, Claire? Han capturado a unos mutantes en Texas y los han ahorcado.
-¿En serio?
-Sí, por fin alguien inteligente que ha hecho lo correcto. ¿Sabes? Espero que no tarden en hacer lo mismo con todos esos monstruos. Esos son peores que los nazis. No sé qué haría si me encontrara con uno. Si estuviera en la misma habitación con una de esas cosas...
Entonces Eric se levantó y se interpuso en su camino.
-¿Qué harías, Paul?
-¿Eh?-exclamó Paul, temeroso de la forma en la que lo miraba Eric-¿Qu... qué?
-Si estuvieras en la misma habitación que un mutante, ¿qué harías?
Paul lo miró sin comprender, asustado.
-¿Cómo sabes que en este hospital no hay ninguno?¿Cómo sabes que tu novia no lo es?¿No dices nada?
-Paul-dijo Charles-¿No tienes unos pacientes que atender?
-S... sí.
-Bien, pues ve con ellos.
-Está... está bien-Paul y Claire se fueron de allí con el paso apurado.
Paul iba a abrir la puerta del comedor, pero antes de que lo hiciera esta se abrió de pronto, golpeándole en toda la nariz-¡Ah, mi nariz!
Se llevó las manos a la nariz y vio que estaban llenas de sangre.
-Creo que te la has roto-dijo Claire-Vamos a la enfermería, rápido.
Entonces Eric se sentó, con una ligera sonrisa.
-Bueno, ¿a qué ha venido eso?
-Lo siento, pero no soporto a los fascistas.
Lo que Eric no soportaba era a la gente que discriminaba y atacaba a los mutantes. A mutantes como él.
-¿Estás a favor de los mutantes?
Charles notó que se ponía tenso.
-La cuestión no es si estoy o no a favor de los mutantes, sino que nadie se merece que lo acosen o ataquen por el hecho de ser diferente. Es algo que no soporto, y sé de lo que hablo. Lo he vivido en mis propias carnes.
¿Quién me está hablando?, pensó Charles, ¿Eric el judío o Eric el mutante?
-No te preocupes, yo también simpatizo con los mutantes.
-Yo no simpatizo con los mutantes-replicó Eric.
Charles captó su miedo.
-Está bien, está bien, tranquilo. ¿Por qué no seguimos con la partida?
-Será lo mejor.
Mientras la terminaban en un profundo silencio, Charles se preguntó si algún día Eric haría algo más que romperle la nariz a un no mutante. Al fin y al cabo tenía mucho carácter y si perdía los estribos...

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