15. El secreto de
Gabrielle
Charles entró en su habitación y
se acercó a ella.
-Hola, Gabrielle, ¿qué tal estamos
hoy?
Nada. Ella siguió inmóvil, mirando
el techo.
-¿Te apetece darte un baño? Eso te
sentará muy bien, créeme. Tomaré tu silencio como un sí.
Charles la cogió en brazos y su
cabeza cayó hacia atrás, como si estuviera muerta.
-Vamos, Gabrielle, ayúdame un poco.
Pero ella no reaccionó.
Charles la sentó en el retrete y
apoyó su espalda contra la cisterna para que no se cayera. Le llenó
la bañera y cuando el agua estuvo templada le quitó el camisón y
la metió dentro con suma delicadeza.
-¿Quieres cerrar los ojos ?Voy a
lavarte el pelo.
Pero no lo hizo, así que tuvo que
bajarle él los párpados.
-Esto es muy relajante,
¿verdad?-dijo, mientras le frotaba el cabello-Lo sería más si te
lo hicieras tú misma.
Ella ni se inmutó.
-¿Sabes? Tienes un cabello
precioso-Charles le echó agua en el pelo para quitarle la
espuma-¿Nunca te lo han dicho? Seguro que sí. ¿Pero les has
respondido?-Silencio-¿Quieres responderme a mí? Si sigues con los
ojos cerrados es un sí, y si los abres un no, ¿qué te parece?
Gabrielle no abrió los ojos.
Charles sonrió.
-Bien, entonces estamos de acuerdo.
Charles le abrió los ojos y la
inclinó hacia delante para lavarle la espalda, y entonces se detuvo
en seco.
-Dios mío.
Gabrielle tenía un gran tatuaje que
le ocupaba casi toda la espalda. Parecía una especie de... de mapa.
Charles llamó mentalmente a Daniel
y le pidió que viniera cuanto antes.
Daniel se presentó cinco minutos
después.
-¿Qué ocurre, Charles? Me has dado
un susto de muerte al hablarme en mi cabeza-entonces vio a Gabrielle
y el tatuaje, y lo comprendió.
-Ayer le pregunté a Eric por qué
la estancia de Gabrielle aquí era un secreto, y me dijo que la
bañara, y que entonces lo entendería. ¿Guarda relación con este
tatuaje?
-Sí. Es hora de que lo sepas todo.
A Gabrielle la están buscando.
-¿Que la buscan? ¿Quién?
-Los nazis.
-¿Los nazis? ¿Qué nazis? La
Guerra terminó hace muchos años.
-Que la Guerra terminara no
significa que los nazis desaparecieran con ella. Hay muchos nazis que
escaparon. Y estoy seguro de nunca desaparecerán del todo.
-Está bien. ¿Por qué la buscan?
-Por ese tatuaje. En realidad es un
mapa.
-¿Un mapa que lleva adónde?
-A un tesoro, claro.
-¿Qué tesoro?
-¿Cómo crees que Hitler financió
su campaña en Europa?
-¿Es el tesoro de Hitler?
Daniel asintió con la cabeza.
-Cada vez que Hitler conquistaba un
país se incautaba de todo el oro y dinero que hubiera en él, y lo
utilizaba para su campaña europea, para armamento sobretodo y
también para su seguridad personal.
-Entiendo. ¿Entonces el mapa indica
el lugar en el que Hitler escondió toda su fortuna?
-Sí, así es.
-Pero no sale ningún nombre en el
mapa.
-El que se lo tatuó no era
estúpido, Charles. Se aseguró de que el tesoro fuera a parar a
alguien lo suficientemente inteligente como para descifrar el mapa.
-¿Tú sabes descifrarlo?
-Sí. Para ver el camino necesitas
un espejo y que sea de noche.
-Vaya, ahora comprendo que ocultes
su estancia aquí.
-Es de vital importancia que los
nazis no sepan dónde buscar. Prefiero que sólo unos pocos sepamos
que está aquí. Si lo supiera mucha gente, se correría el rumor y
podrían venir.
-No te preocupes. Tienes mi palabra
de que no se lo contaré a nadie.
-Lo sé. Por eso te lo he contado.
Porque confío en ti.
-Gracias, significa mucho.
Daniel volvió al trabajo y Charles
terminó de bañarla.
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