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jueves, 16 de mayo de 2013

Viejos amigos. Capitulo 21


21. En la mente de Gabrielle, segunda parte

Charles entró en la habitación de Gabrielle y cerró la puerta.
-Intentémoslo de nuevo, ¿qué te parece?
Se sentó a su lado y puso una mano sobre su cabeza mientras con la otra se tocaba la sien. Y su mente se precipitó hacia adelante.


Gabrielle estaba colgada de unas cadenas que pendían del techo y sus pies estaban a un palmo del suelo. Dos pinzas eléctricas estaban sujetas a sus tobillos y estas estaban conectadas a una batería. El soldado activó el interruptor y la corriente sacudió su cuerpo con fuerza. Gabrielle gritó de dolor y se desmayó. Otro soldado le echó un cubo de agua fría que la hizo abrir los ojos, y volvieron a empezar.
-Estuvieron así una hora-dijo la Gabrielle adulta al lado de Charles-Una y otra vez. Sin parar.
-¿Cómo lo soportaste?-le preguntó Charles con delicadeza.
-¿Quién dice que lo soporté?-replicó ella. Entonces lo miró-¿Por qué has vuelto?
-Te dije que quería ayudarte.
-Y yo te dije que no podías.
-No podré si no me dejas. Mira a tu alrededor. Es todo sufrimiento. ¿No posees ningún recuerdo agradable?¿Qué hay de tus padres?
-¿Mis padres?
Al momento toda la escena cambió. Charles y Gabrielle aparecieron al aire libre, entre los presos judíos. Uno de ellos empezó a toser y a escupir sangre y de repente se llevó una mano al pecho y cayó fulminado. Una mujer se arrodilló a su lado, entre lágrimas y tosiendo, tratando de levantarlo, pero un soldado la apartó de un empujón y le gritó algo. Ella se irguió, tosiendo, y le escupió sangre a la cara. El soldado la golpeó en la cabeza con la culata de su rifle, matándola en el acto.
Su padre murió de tuberculosis, pensó Charles, y puede que su madre también la tuviera, pero fue el culatazo lo que la mató.
-¿No posees ningún recuerdo agradable de tus padres?-repitió-¿Ni siquiera en tu infancia, antes de la guerra?
-Nuestras vidas siempre estuvieron marcadas por la invasión alemana. Aquí no hay sitio para nada más.
-Fuera lo habría. ¿Por qué no quieres despertar?
Gabrielle meneó la cabeza nerviosamente.
-No, no, aquí estoy a salvo.
-Aquí estás encerrada, Gabrielle. Esto no es vivir. ¿De qué crees que estás a salvo?
-De la guerra. Del dolor, de las torturas, del sufrimiento...
-Gabrielle-dijo con suma delicadeza- La guerra terminó hace años.
Ella se le quedó mirando.
-Mientes.
-No miento, Gabrielle, es cierto. Acabó en 1945. Los aliados liberaron a todos los prisioneros de los campos. Cuando te sacaron de Bergen-Belsen estabas catatónica. Quizá por eso no lo recuerdas.
-No, no es cierto. Tratas de confundirme.
-No, Gabrielle. Sabes que no es así. Tú nos oyes hablar, me lo dijiste. Sabes que estamos preocupados por ti. La guerra acabó y ya no hay nazis que puedan hacerte daño.
-Yo... estoy asustada.
-No tienes por qué venir ahora conmigo, Gabrielle. Si aún no estás preparada puedes tomarte tu tiempo y cuando llegue el momento yo te ayudaré a salir.
-Necesito tiempo para pensar en todo esto. Es tan...
-No te preocupes. Tómate todo el tiempo que necesites. Yo estaré cerca.

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